Y Orly III
Además de pasar por el arco detector de metales, nos cachean. A Gema, una mujer uniformada le pasa un detector de mano y le hace vaciar el bolso; a Zarra le hacen lo mismo pero con la bolsa de la cámara y sus muchos complementos fotográficos. A los cinco miembros una familia árabe los conducen a un apartado. El padre, muestra su queja con aspavientos ante un gendarme impasible que tiene los brazos cruzados y las piernas abiertas. Hay un exceso de celo por parte del personal de seguridad. Los andares marciales, su arrogancia y la ausencia de maletas de mano o bolsos delatan a los policías de paisano que se pasean entre los que esperamos pacientemente la salida del avión a Lima. Nosotros, Gema, Zarra, Sara y yo, somos los últimos en subir; ellos se quedan en la sala de espera. Se abre la puerta de embarque. Un amplio número de sonrientes azafatas saludan amablemente e invitan a pasar. Un fotógrafo con más de una cámara al cuello dispara sin compasión a los pasajeros que esperan en ...