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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Los digitales no hacen tic-tac. Menos mal.

    Salgo de casa a las diez y veinte, según el reloj de mi muñeca y a las diez y veintiuno según el reloj del horno. El del salón no lo he mirado porque no he pasado por delante de él. A unos cien metros de mi casa hay un panel electrónico publicitario que indica, en intervalos muy breves, la temperatura y la hora. Marca veinte grados y las diez y veinte. Antes de llegar a fijarme en la hora he permanecido sesenta y ocho segundos parado en el semáforo. Sin darme cuenta me he metido en la máquina del tiempo y a punto de encontrarme en pelotas en medio de la calle. En un cruce con semáforos, a unos ochocientos metros de mi casa, hay otro panel que marca veintitrés grados y las diez y veinticinco. Estoy a punto de ser medalla de oro en las olimpiadas domésticas. Digo domésticas porque voy a la compra diaria con la bolsa que me regaló mi amigo Luis. A unos pocos pasos la cruz de una farmacia, que aumenta y disminuye con un neón de tonalidades verdes, me indica en su inter...

Un icono rayante

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La comunicación visual se cristaliza en símbolos que se llegan a convertir en iconos más o menos sacralizados por unos, ignorados y hasta odiados por otros, pero que el tiempo se encarga de pulir e integrarlos en el entorno perdiendo parte de su razón de ser. De ahí que de vez en cuando se monten campañas publicitarias para recordarnos que el icono tiene un significado y que la empresa comercial, el partido, país, estado o equipo que lo defiende sigue vivo y con ganas de pelear contra sus rivales. Si no hay enemigo real o imaginario no hay campaña ni gasto alguno. Machaconamente, las minorías dirigentes nos obligan a comprar, a reafirmarnos en tal o cual credo y a renegar del resto. Su objetivo es ponerse de moda, de hacer que sea un peligro estar fuera de la mayoría porque, o no te identificas y te tienes que encerrar, o te da igual y vas a tu bola, o reivindicas la diferencia y te arriesgas, como poco, a ser tratado de radical y burro. Todas las campañas publicitarias se hacen al...

Un móvil para vivir

¿Hemos perdido el móvil o se ha ido? Como su nombre indica no puede estar quieto. Puede que se haya largado a Lima por su cuenta en alguna de nuestras mochilas. También puede estar en Hondarribia, relamiéndose de la magnífica paella que nos metimos entre pecho y espalda. Ninguna posibilidad de que el mar le haya llamado para completar sus fondos de materiales no degradables porque no nos asomamos al infinito. Visto lo visto, adoptamos uno, del mismo apellido, en el duty free del aeropuerto de Orly por el módico precio de cuarenta euros. Le pusimos la tarjeta de pago que compramos en su día para viajar y volvimos, eso creíamos, a estar enredados en la maraña telefónica del universo, ¡qué tranquilidad! El castellano no es un idioma que cuente en el mundo francés de Nokia y el celular digería los menús de Rousseau, de Shakespeare, de Saramago y de algún otro de menor rango. Llamamos, por probar, al ausente. Nada. Ante la duda de si era algo de incompatibilidades técnicas, de idioma, de p...

Mi madre

La tarde está agonizando en silencio. Es hora de cenar, el día ha sido muy ajetreado y un momento de juego es el paraíso “Mambrú se fue a la guerra…” canta la niña. Ha dibujado en la tierra, con un palo, el infierno, el cielo y sus casillas. “Mire usted que pena…” suena en su cabeza. Empuja la china con el pie. Salta, gira y cae en el cielo,   mientras un alud de sombras rompe el silencio. El monte se rasga, tiembla el aire, borbotea la tierra. El perro, que dormitaba a su lado, se pone alerta. En un suspiro coge la pulida piedra y   corre con un grito atado a la garganta. En la cocina le esperan. “Baja gente del monte”. Corren a las habitaciones del sur. No se ve nada, pero en tiempo de guerra todos los sentidos son necesarios para sobrevivir. “Cierra todas las puertas. La de abajo, la de arriba, la del pajar”. Voces graves atemorizan en la noche. No se puede salir de casa. El sueño, temeroso, no acude y tiembla bajo las sábanas. Al amanecer los mayores son llamados...