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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Por tu culpa

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Según parece, Mariano dijo que “quien me ha impedido cumplir mi programa ha sido la realidad” y se quedó tan tranquilo. Seamos serios, esto no lo puede decir una persona en su sano juicio y menos todo un presidente de gobierno con un currículo académico tan potente como el militar de FF. El registrador de la propiedad más joven de España no puede dar carácter animado, de persona, a una cosa como la realidad y, además, declarar que no la conocía. No me imagino a la realidad dándole mandobles a Mariano o chantajeándole por medio de SMS para obligarle a torcer los planes de salvación que tenía pensados para nosotros. Tampoco me imagino a Ángela Mercadel disfrazada de deidad real con coletas y pechugona que le abraza a Mariano como la estanquera de Amarcord para iniciarlo en la erótica del poder. No, no es lógico. Yo estoy convencido de que Mariano Rajo y sus trece ministros, en la noche del 20N montaron una farra para celebrar su mayoría electoral y salieron mutaos. Tras unos tragos y...

Nos mean y dicen que llueve

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Uno, al que le metieron el catecismo a base de capones, estirones de orejas y demás métodos pedagógicos al uso, memorizó que la mentira es decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar. No figuraban en el catecismo ni las mentiras piadosas ni las medias verdades y tampoco constaba atenuante alguno en el sacramento de la confesión cuando declarabas, bajo presión física y psicológica, que habías faltado a la verdad. Es más, si largabas pecados reales o inventados y no mencionabas el de mentir, el octavo, y si el cura estaba en lo que se celebraba, te daba un tirón de orejas que te obligaba a decir: sí, sí, he mentido; pero no ahora, antes. Todo lo que he dicho hasta ahora es verdad, padre. Y te quedabas aliviado aunque caliente. Recuerdo que dictaminábamos la penitencia, con gran precisión, viéndole la cara y las orejas al compañero cuando salía de confesar. Bien es cierto que no siempre era fruto de la culpa del pecador sino de la pericia del confesor. Pasaba lo m...