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Mostrando entradas de julio, 2013

Chiang Rai II

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Antes de irnos al hotel a dormir nos dimos un paseo por las afueras de Chiang rai con la intención de pasar por un puente colgante de madera que suponíamos cerca. Pateando pateando nos alejamos y llegamos a un parque abandonado que debió ser una base militar, teniendo en cuenta las esculturas de los soldados que flanqueaban la entrada y la pista americana que se veía al fondo. Paseamos hasta que nos dimos cuenta de que habíamos hecho un lazo para volver al mismo sitio. Una pena porque el puente no apareció y la caminata no había dado los frutos deseados, pero como Zarra es un artista, desapareció y nos volvió con la propuesta de hacer un paseo en barca. Resulta que había visto una cabaña de madera con alguna persona merodeando cerca del rio y le preguntó si nos podía dar un paseo. Acordaron el precio y nos lo propuso. Aceptamos. Volvimos sobre nuestros pasos y entramos en la cabaña en la que vivía una familia entre pollos, gatos y perros. Cruzamos la casa y bajamos por una espuenda...

Chiang Rai

Bangkok es una gran ciudad que va cambiando a todo meter. Zarra y Gema no la reconocen. Fuimos a ojear un hotel en el que estuvieron hace unos años y el hotel y sus alrededores habían cambiado un huevo. Hasta aquí la información, ahora les contaré mi verdad. Cogimos un   autobús para ir del aeropuerto nuevo al viejo y al subir al autobús casi me da algo. Los autobuses tienen escalones como si fueran trenes. Tienes que subir casi un metro y cuando estás arriba, si no te agachas, te puedes golpear la cabeza. Una pasada de bajos. Yo no soy alto y me tuve que agachar para no darme un calvazo. Lo cojonudo es que llevan arandelas para agarrarse. Las motos pequeñas son las reinas del lugar. Las hay de todo tipo y en grandes cantidades, pero me llamó la atención la cantidad de Vespas que circulan. Ni en Roma. Ahora bien, todo cristo se tapa la boca con mascarillas o pasamontañas a pesar del calor que hace, pero es que circular por la ciudad es respirar mierda y, sobre todo, si vas ...

desde tailandia por Helsinki

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Este año decidimos irnos a la Conchinchina, pero toda la alegría que siempre ponemos en nuestro empeño por conocer mundo, en esta ocasión se nos ha cercenado por la salud de Mari Cruz. Vaya por delante que nuestra mente y parte de nuestro corazón se han quedado en Pamplona mucho más que en otras ocasiones. El otro día me comentaba Txema Berro que no se debe viajar más allá de los veinte kilómetros porque el alma de cada uno, más allá de esa distancia, le cuesta mucho reencontrase   con la mente y el cuerpo. Conociendo a Txema y su sentido del humor, más allá de la licencia del alma y la distancia, le doy la razón en que partir es morir un poco y siempre dejamos parte de nosotros en el mundo de partida. Nos rompemos en trocitos más o menos grandes y   nos cuesta reconstruirnos.   Yo, particularmente, me rompo en un trozo grande, enorme, con Asier y otros más pequeños con mi madre y mi hermana. Los amigos también dej...