Chiang Rai II
Antes de irnos al hotel a dormir nos
dimos un paseo por las afueras de Chiang rai con la intención de pasar por un
puente colgante de madera que suponíamos cerca. Pateando pateando nos alejamos
y llegamos a un parque abandonado que debió ser una base militar, teniendo en
cuenta las esculturas de los soldados que flanqueaban la entrada y la pista
americana que se veía al fondo. Paseamos hasta que nos dimos cuenta de que
habíamos hecho un lazo para volver al mismo sitio. Una pena porque el puente no
apareció y la caminata no había dado los frutos deseados, pero como Zarra es un
artista, desapareció y nos volvió con la propuesta de hacer un paseo en barca.
Resulta que había visto una cabaña de madera con alguna persona merodeando
cerca del rio y le preguntó si nos podía dar un paseo. Acordaron el precio y
nos lo propuso. Aceptamos. Volvimos sobre nuestros pasos y entramos en la
cabaña en la que vivía una familia entre pollos, gatos y perros. Cruzamos la
casa y bajamos por una espuenda de tierra hasta un embarcadero en la que había
cuatro piraguas que me llamaron la atención porque sus motores eran de coche.
Se conoce que reciclan los motores de coches destartalados y tira millas
marinas. El gondolero tailandés bajó con una bombona de butano, la llevó por
toda la piragua como si tal cosa y la colocó cerca del motor. El tipo era el
doble de alto que la bombona y de un peso parecido. Nos dimos un paseo de una
hora, se le agotó la bombona, la cambió como si tal cosa, sin que la piragua se
moviese lo más mínimo. Nos bajamos a la orilla de un complejo deportivo ante el
asombro de unas mujeres de cierta edad que hacían coreografías con una música
muy alegre. Les saludamos y seguimos por el parque hasta llegar a un recinto
cerrado con vallas metálicas altas donde jugaban unos jóvenes. Eran dos pistas pequeñas.
En una jugaban dos a bádminton y en la otra, con una red idéntica, tres contra
tres a una cosa parecida al vóley, pero con el pie. Una pasada. El que
terminaba la jugada hacía auténticas acrobacias. Pateaba la pelota hueca en una
postura como si hiciera el pino o una tijera de futbol, pero más vertical.
Cenamos en la terraza del hotel, cerca
del río y nos fuimos a dormir porque al día siguiente partíamos para
Chiangkong.
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