Chiang Rai
Bangkok es una gran ciudad que va cambiando a todo meter. Zarra y Gema no la reconocen. Fuimos a ojear un hotel en el que estuvieron hace unos años y el hotel y sus alrededores habían cambiado un huevo. Hasta aquí la información, ahora les contaré mi verdad.
Cogimos un autobús para ir del aeropuerto nuevo al viejo y al subir al autobús casi me da algo. Los autobuses tienen escalones como si fueran trenes. Tienes que subir casi un metro y cuando estás arriba, si no te agachas, te puedes golpear la cabeza. Una pasada de bajos. Yo no soy alto y me tuve que agachar para no darme un calvazo. Lo cojonudo es que llevan arandelas para agarrarse.
Las motos pequeñas son las reinas del lugar. Las hay de todo tipo y en grandes cantidades, pero me llamó la atención la cantidad de Vespas que circulan. Ni en Roma. Ahora bien, todo cristo se tapa la boca con mascarillas o pasamontañas a pesar del calor que hace, pero es que circular por la ciudad es respirar mierda y, sobre todo, si vas en moto.
Cogimos un tren para ir del aeropuerto de al centro y casi no llegamos. Nos montamos en cuanto llegó (pensábamos que salía a toda leche) y cuando estábamos comentando la tardanza, un señor que estaba sentado al lado de Sara le vio el billete y le dijo que era en la otra vía. Saltamos a toda meter a la vez que se empezaba a mover. No nos dio tiempo ni a darle las gracias. Está claro que el mundo está lleno de buena gente, salvo en el gobierno of spain and Navarlandia. Lo de la monarquía tailandesa no tiene parangón. El emperador aparece por todos los sitios. Ves al emperador en enormes carteles, en fotos de dos metros con altarcitos donde poner en papel el agradecimiento a su majestad por su buen hacer, en postales pegadas en los coches, en todo lo imaginable.
Pillamos un avión a Chiang Rai en la de bajo coste de por estos lares, la Air Asia, y la verdad es que los asientos eran muy chulos, todo rojos. Como de Osasuna o de pccccdel mundo mundial. Por lo demás, una jodida noria con Parkinson.
Llegamos oscuro ciego y sólo había pasado una hora desde la salida con luz de día. Aplicación de lo aprendido en la escuela de bajo rendimiento. Viajamos en contra del giro de la tierra y eso es de cajón que se oscurece en pleno vuelo. Einstein empezó así y los que le cogieron el punto a su teoría tiraron bombas aquí cerca.
La iluminación de calles y carreteras es más bien escasa, por no decir nula en la calles de segunda categoría. En algunos sitios sorprende que las farolas son muy recargadas con dibujos y figuras de leones y mucho rococó, todas pintadas en dorado. Mientras, en calles tranquilas, la iluminación es de tubos fluorescentes.
Hay templos por todos los sitios. Estupas doradas hasta lo impensable en patios entre casas, a la puerta de los garajes o en cualquier bocacalle sin salida. En la mayoría hay un altarcito cercano dedicado a la familia real.
Comemos comida típica de la región, Mucho picante y el té que me tomo es una infusión con su bolsica y letrero Lipton. No te jode la globalización.
Subimos a un alto y nos encontramos con que el edificio era una universidad budista. Los monjes, todo con la misma túnica naranja, van de dos en dos y una pareja se nos acerca y nos explican que están dándole a la cosa de la meditación, que están en exámenes (no creo que les afecte Bolonia porque rían jodidos) y nos invitan a visitar la universidad. Nosotros, que somos muy correctos, no aceptamos y seguimos nuestro paseo. No era cosa de descalzarse y poner cara de interés.
Observo que hay mucho europeo mayor que se acompaña de nativas muy jóvenes, Veo a un tío grande y gordo gordo que se acompaña de una chica que abultaba una décima parte que él. Cosas de la vida sexual, pienso yo.
Seguiré mandando cuando la wifi gratuita me lo permita y el portátil tenga batería
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