Seguramente no es seguro.
Cada día lo tengo más claro: esto se va a la mierda. No lo digo porque lo haya visto en los posos del café o en las cartas, métodos científicos equiparables a las bolas de muchos economistas, lo digo porque lo veo en la tele o lo escucho por la radio. Como de los bancos y cajas ya no se fía nadie, los ladrones profesionales, los que no producen y ganan dinero con el dinero de los demás, se ponen el pasamontañas y los guantes blancos para ofrecernos el paraíso y la vida eterna a cambio de unas cuotas mensuales. Sí, sí. El omega seis, el colágeno y el agua bendita del capitalismo entran en escena. La seguridad es el quinto jinete del apocalipsis a lomos de un caballo tordo. –Los vecinos se han ido a vivir a otro sitio porque les han robado. No tenían alarmas. –A Puri le robaron mientras dormía. Sabían que su marido no estaba en casa. –Querido. Tenemos que poner inhibidores de frecuencia en las ventanas. Las alarmas no son suficientes. Atentados terroristas, bandas extra...