Palo a palo
Ni
el toro negro de Osborne ni el transbovino azul de Urmeneta; el palo es el
axioma, el norte que guía nuestras vidas. De la misma manera que tratar de arreglar los
asuntos a palos está en el sobaco de nuestras entendederas, está en el cacumen
de unos pocos empalar un caramelo o un mocho. El chupachups y la fregona son el
I+D, el símbolo del ingenio más allá de la universidad o de la inteligencia
cultivada en laboratorios de investigación impolutos con la luz encendida las
veinticuatro horas del día.
El
palo, en sus distintas presentaciones, bastón, garrocha, makila, garrote,
estaca, porra... nos acompaña a lo largo de nuestra vida y nos lleva a llamar
pinchos a todo lo que hay comestible en la barra del bar, incluso cuando no llevan
palillos. Las nuevas generaciones están perdiendo habilidades, no entienden por qué usábamos un mondadientes
para pinchar una aceituna cuando ellos la cogen con la mano o la pinchan con el
tenedor. Yo les digo que el palillo es una aplicación, una app multifunción ecológica y sostenible equiparable a los palillos
chinos.
La
mayoría de la gente desconoce que eso del chupachups y de la fregona tienen un
precursor nacido y fallecido en Pamplona, médico, militar, epidemiólogo, científico,
escritor, estudioso del euskera... todo un portento. Este buen hombre, Nicasio
Landa (lleva su nombre una pequeña calle de San Jorge y también la escuela de Etxabakoitz) viendo y sufriendo en los
campos de batalla de la guerra franco-prusiana y de la tercera guerra carlista,
se le ocurrió lo que se conoce en todo el mundo como el "mandil
Landa". Nicasio le puso un palo a
un mandil largo de lienzo y entre dos podían llevar a un herido por los sitios
más intrincados. Uno se enfunda el mandil, otro agarra por los dos extremos del
palo y el soldado maltrecho va sentado en medio. Una pasada que salvó muchas
vidas.
Una
estatua en el jardín del complejo hospitalario de Navarra nos recuerda que fue
el cofundador de la Cruz Roja Española.
Comentarios
Publicar un comentario