Seguramente no es seguro.


Cada día lo tengo más claro: esto se va a la mierda. No lo digo porque lo haya visto en los posos del café o en las cartas, métodos científicos equiparables a las bolas de muchos economistas, lo digo porque lo veo en la tele o lo escucho por la radio. Como de los bancos y cajas ya no se fía nadie, los ladrones profesionales,  los que no producen y ganan dinero con el dinero de los demás, se ponen el pasamontañas y los guantes blancos para ofrecernos el paraíso y la vida eterna a cambio de unas cuotas mensuales. Sí, sí. El omega seis, el colágeno y el agua bendita del capitalismo entran en escena. La seguridad es el quinto jinete del apocalipsis a lomos de un caballo tordo.
–Los vecinos se han ido a vivir a otro sitio porque les han robado. No tenían alarmas.
–A Puri le robaron mientras dormía. Sabían que su marido no estaba en casa.
–Querido. Tenemos que poner inhibidores de frecuencia en las ventanas. Las alarmas no son suficientes.
Atentados terroristas, bandas extranjeras, tráfico de drogas, violencia en los colegios, peligrosos antisistema, perroflautas... Creo que las aseguradoras venden las noticias a los medios a modo de publicidad.
–Ponemos cámaras en su domicilio y por medio de una aplicación en su móvil podrá observar lo que ocurre en su casa aunque esté a muchos kilómetros. Un pitido le avisará a usted y a nosotros que están intentando robarle. Acudimos al instante.
No tardarán en inventar seguros para asesinos y ladrones residentes en el mismo domicilio que las víctimas, ya lo verás. A este paso la gente no se fiará ni de su padre.
Me llaman de la caja para ofrecerme un seguro del hogar que me cubre todo, como un saco momia. Insisten que no hay otra cosa igual. Añadiendo una pequeña cantidad se amplía con viajes y asistencia hospitalaria en todo el mundo. Insiste el pelma de él, se presentó nada más descolgar, en que la mayor garantía y fiabilidad radica en que es un seguro de la propia caja. Como nota que estoy seguro de no asegurarme, me ofrece un seguro del automóvil con asistencia en carretera, caminos vecinales y campo a través (eso creo entender porque me lo dice en inglés). Cuando el tío pasa al asunto de asegurarme la vida, ahí ya no le dejo seguir y le pregunto si hacen seguros de felicidad. Se echa a reír y me contesta que no sería mala idea. Tras un breve silencio se despide dándome las gracias por la atención que le he prestado.
Esto es el colmo. Ahora mismo, sin cerrar el escrito, me acaban de llamar del RAC. Me ofrecen un seguro de accidentes para personas mayores. Cubre hasta los ochenta años. Si me caigo por la calle, en casa...

No tardará en llamarme alguien para asegurarme de las aseguradoras. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, su patrona, nos podía socorrer y mandarlas a la mierda. Igual pongo velas a San Rastreator.com.

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