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Mostrando entradas de octubre, 2020

Pincho de bolas de pino

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  Hay que consumir, consumir y consumir hasta consumirse consumiendo. Las fallas eran las fallas y había que salvarlas para que no ardiesen los negocios en torno a la piromanía de San José carpintero. El dineral que dejaron de ganar me dejo en ascuas. La Semana Santa en España es fuente de alegría y pasión por el turismo religioso y capitalista. Los comerciales pedían a gritos de saeta que rezásemos para resucitar el mercado turístico lo antes posible. La pasta que dejaron de ganar me dejó en un valle de lágrimas en la arena de la playa donde escribió su nombre, chi ri bi ri bi po po pom pom. La Feria de Abril se quedó sin casetas, caballos, farolillos, toros... Los señoritos engominados de Sevilla perdieron su silla. El parné que no fue a su buchaca me dejó joío. El capote de San Fermín tapó los encierros, las peñas y la sonrisa del vecino soso que abraza al vecindario el 6 de julio. El pobre de mí de los profesionales del jaleo me dio una cornada en la cartera sin orificio de s...

COVID XIX

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  El lenguaje matemático tiene de verdadero lo que tiene un poema de Alberti o una foto de Robert Mapplethorpe. Sin embargo, le atribuimos un carácter tan de palabra de Dios, de precisión absoluta, que todo discurso que se precie debe ir acompañado por una expresión numérica. Fulano se lleva el gato al agua cuando pone cifras favorables a su tesis y por mucho que mengano, su contrario, trate de contrarrestarle argumentando lo que sea, no tiene nada que hacer. Estos meses de pandemia y de matemática intensiva me retrotraen al instituto y a mis ensoñaciones cuando descubrí que los números cambian de chaqueta, que hay letras que se comportan como números, que los árabes tiraron a las catacumbas los números romanos (tiene gracia que sean siete letras mayúsculas), que los   números son masculinos y las letras femeninas y que las matemáticas tienen algo cabalístico que viene de perlas para acojonar al personal. Si M. Rajoy largase sus discursos con cuatro datos en lugar de con cua...

Pasión

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  Un amigo mío está pasando por momentos difíciles. Las medidas contra la pandemia le están dejando sin palabras y con un mono imposible de calmar quedándose en casa con su mujer, que ya le aguanta lo que no sabe nadie. Es una persona con ADN argentino y su felicidad pasa por batirse en duelo dialéctico con el primero que le tire un guante, aunque, esos sí, si no está en sus antípodas, porque con los trogloditas no pierde el tiempo. La pasma creía que el alias, el Muelas, le venía porque le faltaban unas cuantas, no porque rajase mucho. Y la verdad es que en comisaría no le sacaban dos palabras. Para discutir sobre lo divino, lo humano y lo carnal se prepara a fondo. Es difícil pillarle en fuera de juego. Allá por los setenta se tragó, no consiguió digerirlo bien, a Apollinaire, Aragón y media generación del 27 para conquistar a una hermana proletaria que movía sus caderas muy por encima del materialismo histórico rozando un bolso de ganchillo que acogía cuadernos, bolis y poemas...