Pasión

 


Un amigo mío está pasando por momentos difíciles. Las medidas contra la pandemia le están dejando sin palabras y con un mono imposible de calmar quedándose en casa con su mujer, que ya le aguanta lo que no sabe nadie. Es una persona con ADN argentino y su felicidad pasa por batirse en duelo dialéctico con el primero que le tire un guante, aunque, esos sí, si no está en sus antípodas, porque con los trogloditas no pierde el tiempo. La pasma creía que el alias, el Muelas, le venía porque le faltaban unas cuantas, no porque rajase mucho. Y la verdad es que en comisaría no le sacaban dos palabras.

Para discutir sobre lo divino, lo humano y lo carnal se prepara a fondo. Es difícil pillarle en fuera de juego. Allá por los setenta se tragó, no consiguió digerirlo bien, a Apollinaire, Aragón y media generación del 27 para conquistar a una hermana proletaria que movía sus caderas muy por encima del materialismo histórico rozando un bolso de ganchillo que acogía cuadernos, bolis y poemas pachuli. Aquel ideograma de Afrodita le dejó mudo durante un tiempo. No decía nada para que la reunión no se alargase y así poder acompañar a su musa hasta el fin del mundo, hiciese el tiempo que hiciese.

Cuando los debates ideológicos se consumieron por el viento de la transición se percató de que la bronca verbal tenía que ver con el fúrbol (él lo llama así porque considera al fútbol el opio del pueblo y decidió drogarse, por joder) y se hizo seguidor, sin llegar a engancharse del todo, del Atlético de Madrid, el Pupas, por joder. Los futboleros de toda la vida que le hicieron un hueco en sus tertulias no se percataron de a quién habían admitido. Se leyó todo lo habido y por haber sobre futbolistas, equipos, táctica, estrategia y toda la ristra de escritores sudamericanos amantes del futbol, y todo por joder. Los tres bares del barrio sustituyeron a las sedes, a las sacristías y a las aulas en las que destripaba el mundo hasta sus esencias. No era lo mismo, pero le aliviaba.

Está preocupado porque con la pandemia el debate futbolero se ha ido por el sumidero. Que no se pueda ir a los estadios le da igual, nunca ha pisado uno, pero que en el bar no pueda juntarse con otros filósofos del balón para ver el partido le revienta tanto que le está saliendo aquel brote rebelde, heterodoxo, marxista, maoísta y sofista (a los dieciocho años se declaró seguidor de Sofía Loren y de toda mujer con cintura italiana) que le llevaron a la casa de socorro y a la Virgen del Camino en muchas ocasiones. Ya no puede poner a parir al árbitro, ni putearle al colega de barra viendo el futbol en el bar. Los aforos reducidos y la barras precintadas se han cargado el clima filofutbolero. Ante esa falta de fondo y forma se ha hecho un experto en pandemia ética, política, económica y sanitaria porque el facherío le está tocando los huevos, y ya no es por joder; ahora el partido se juega en el campo que tanto amó, el político, y su foro es un bar que hace esquina, bien ventilado.  

Me comenta que se ha cebado a las retransmisiones del Congreso y del Senado. Como a las mañanas no hay ni dios, se juntan cinco amigos, antiguos hostiarios como él, en un bar cercano y montan un spinning neuronal que les está rejuveneciendo. Van de chándal, al bar le llaman gimnasio, a la camarera camarada (es china como ellos) y a las cañas reconstituyente. El hemiciclo lo ven como un campo y mandan a tomar por el culo a los de la derecha o jalean a la izquierda a la par que comentan lo dicho por unos y otros. 

Le cabrea la perra que les ha entrado a los politólogos, periodistas y torpes en general de buscar el centro, la equidistancia, los expertos neutrales, los científicos independientes. ¡No te jode! La objetividad es un desideratum y la independencia su todo a cien –dice indignado–. Nunca ha existido un árbitro independiente. La gente creía que con la tecnología se iba a terminar la arbitrariedad del árbitro. ¡Y una mierda! el VAR sigue confirmando científicamente que el pitolari va con los fuertes y siempre con el Madrid. Siempre se ha dicho: "Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira.

–Tienes razón –le dije.

–Fíjate en los jueces. Deberían ser el ejemplo más claro de independencia y ni ellos se fían de ellos mismos. Ponen tribunales superiores para enmendar la plana, consejos de jueces, supremo, constitucional, europeo y la biblia en verso. ¿Por qué? porque no son de fiar. Se pasan la Constitución por el forro de la toga agarrados al sillón del CGPJ y dicen que son independientes. Lo que yo te diga. Son conservadores independientemente de lo que pase. Pase lo que pase, pegamento en la base.

–¡Ya!

–¿Y ahora me van a decir que tienen que contratar a un equipo de científicos independientes para investigar lo que está pasando con la pandemia? ¡Venga ya! Si encontrar a un tío independiente es imposible, bueno, algún idiota siempre hay, no te digo lo que puede ser encontrar todo un equipo. ¡No me jodas! Si día tras día nos están machacando como nuestros padres, ¿te acuerdas que nos decían que no nos metiésemos en política? pues igual. Fulano se define como apolítico y le aplauden, mengano dice que está en el gobierno como independiente y la gente se lo cree. Y no te lo pierdas, hay alguno que se definen como monárquico republicano o ateo procesionista y no se mueren de vergüenza. Como lo del Monumento a los Caídos que se empeñan en resignificarlo. Es patrimonio cultural y le tapan "Navarra a sus Muertos en la Cruzada" que es la razón de su existencia. Es como si a la Cruz del Valle de los Caídos le pusieran una funda. Si es patrimonio no se toca nada y si no es patrimonio cultural que lo tiren. Resignificar me suena a que nosotros tenemos que cambiar de idea, ellos no. Resignificar será sacarlo del patrimonio, declararlo en ruinas, tirarlo y con las piedras, que son buenas, construir puentes.

–¡Ya!

–Lo que ya me toca las narices es el rollo de los datos a todas horas. Que los datos son los datos, que "los números cantan", una locura. En un partido de futbol sacan datos de todo. Posesión, kilómetros recorridos por cada jugador, toques con la derecha... cualquier cosa que se pueda medir. Llenan todo de números y al final ¿qué? El que mejores datos tiene ha perdido el partido porque el otro no falla las pocas ocasiones de gol. ¿Y cuando el árbitro la caga? los números cantan lo que quiere el que los escribe. Pasa lo mismo con la derecha. Crees que lo de la corrupción le puede afectar al PP y tururú. Datos y cifras para empapelarles la sede... y nada. Y cuando se comparan los datos... entonces me da algo.

–¿Sigues siendo sofista?

Of course.

Nota:

Ayer me llamó y me tuvo una hora al teléfono quejándose del confinamiento perimetral. ¿Eso no es un pleonasmo? ¿Existe el confinamiento interior, de área? Lo que han hecho es cerrar los bares. Vamos a tener que volver a la radio, como antes. Pondremos el transistor en un banco y a seguir los debates y las declaraciones de la Ayuso y demás.

–Pero eso lo puedes ver en casa y disfrutar.

–¡Ya! ¿Y con quién discuto en directo?

–Tienes razón. Conmigo lo haces en diferido.

–Of course.

 

 

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