Monotonía de lluvia tras los cristales.
Saludo a una señora que va medio tumbada en una silla de ruedas eléctrica multifunción (he puesto "silla eléctrica", y como me ha dado mal rollo le he añadido "ruedas"). Por el largo pasillo que delimita con el salón de usos múltiples se escucha a la monitora que en voz alta comienza un refrán y enmudece para que las residentes lo terminen. La mayoría son mujeres. —Dime con quién andas y... —Te diré quién eres —escucho claramente a mi madre. —Año de nieves... —¡A ver! Año de nieves... año de... bie... —Nes. De bienes —claman unas voces a destiempo. Una cuidadora me ve y entra en el diáfano salón llamando a mi madre. — ¡Floren! Tu hijo viene a buscarte. Mi madre, al verme, se pone contenta y la monitora le despide con una sonrisa. Le doy las gracias a la cuidadora por traérmela y empujo la silla con energía para coger velocidad. Tengo la impresión de que la he salvado de la clase. Por la forma en que se sujeta a los reposabrazos intuyo que tiene al...