Chucho
Salgo a pasear al perro de los sobrinos canarios de Sara. Es un bóxer, suena a calzoncillos, un tanto original a tenor de su historial cerca de Saramago, allá en Lanzarote. Lo meto en el retrete perruno que hay en la plaza Antonio Canales. Es el único perro que hace sus cosas en el cercado de madera habilitado para canes. La niña pija con perro de su misma condición, el señor respetable con perro de vista cansada, el amigo de los animales que aparece en la plaza; todos, absolutamente todos, dejan que sus chuchos se cisquen en los jardines pochos y caros de la plaza. Hace un calor que deshace la brea y salvo algún guiri con cara de despistado, el único mameluco soy yo, bueno, y Key, que es como se llama el baboso que me trae a mal andar. Le animo para que se de prisa, pero por la cara que pone deduzco que no me entiende nada. Paso a ser más expeditivo y le vuelvo a colocar la correa cuando se acerca a la puerta. Camino de casa y viendo más de una cagada me compadezco del animal y dec...