He estado un tiempo sin tocar esto y casi no llego. Me he vuelto loco buscándome. He preguntado al google, a su madre y aunque estoy aquí, no sé cómo he llegado. Sigo practicando.
Dicen que la educación es el ascensor social por excelencia. Y debe ser cierto porque el gobierno está obligado a ponerlo y la chavalería obligada a montarse en él desde los seis a los dieciséis años Es uno de septiembre y madre e hija llegan al portal de la Sociedad Navarra. Un montón de criaturas alborozadas se dejan notar. Unas lloran porque no quieren entrar, otras miran aturdidas al resto y otras saltan de alegría. El ascensorista les saluda muy amable y les revisa la maleta. Según van pasando les dice que si no tienen la maleta con los materiales de mapas, cuadernos de viaje, brújula, linternas y calzado apropiado, gran parte del viaje lo harán por la escalera. Esas jodidas escaleras no tienen pasa manos y, como la criatura quiere llegar a la par que el resto de la clase, sube a la carrera. Unas veces tropieza, otra...
Esto de echar una mano a los demás me está llevando por la calle de la Amargura y la avenida del Desaliento. La muy inclusiva y muy foral comunidad en la que vivimos tiene una red administrativa tan burocratizada que un día te partes la crisma al chocar contra una cláusula de última hora o das vuelta de campana en la zanja de una fotocopia del pasaporte de una nigeriana porque no ha salido clara. Si normalizar la vida de una persona venida de otros lugares fuese un juego, sería el de la oca. Hay cárcel, pozo, posada, laberinto, retroceso a la casilla de salida y dados trucados que hacen imposible llegar al jardín de la oca. Y, por si todo lo anterior fuera poco, para poder jugar debes pedir cita por teléfono o rellenar un impreso que requiere una clave que se desclava cuando menos te lo esperas. Los ayuntamientos y las administraciones generales son entidades que, bajo el palio de la justicia matemática, la rectitud igualitaria y la criba que evita el engaño de lo...
Los días de labor suelo pasar delante de un colegio público de infantil y primaria que se anuncia en su fachada como Bilingual school y en su página web como plurilingüe (castellano, inglés y euskera). Que las mentiras publicitarias calen en la sociedad tiene su lógica, pero que esas falsedades no sean aclaradas por entidades con responsabilidad educativa es serio porque se está dando a entender que el alumnado sale bilingüe, como poco. En esta misma línea del lamer, el otro día, el 14, Diario de Noticias destacaba que " Sesenta centros de Secundaria ofertan el programa de Secundaria Plurilingüe y 33 cuentan con secciones bilingües". ¿Cómo pueden denominar colegio bilingüe a un centro que tiene en su currículum 5 sesiones de inglés (las tienen todas las escuelas a fin de conseguir un A1 o un A2, como mucho, al final de primaria) y entre tres a siete sesiones de otras asignaturas en inglés? ¿Han pensado, los partidarios del PAI, que el nivel competencial de ...
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