Orly I

El enorme tablón ovalado, como un ojo ciclópeo, de “Départs-Departures” crotorea cuando cambian las líneas amarillas de su iris grisáceo.


Soldados con uniforme de camuflaje patrullan de tres en tres. Sujetan firmemente sus metralletas y miran atentamente hacia todos los lados. El del centro lleva galones y debajo de la boina le sale un pinganillo que le presiona la mejilla.

Enfrente de mí hay un negro, vestido de negro, con un sombrero negro, gafas de sol negras y un maletín negro.


Una muchacha llora desconsolada mientras habla por teléfono. Está sentada y mueve compulsivamente las piernas como si telegrafiara su dolor. Me da pena y tengo que dejar de mirarle porque puedo terminar como ella.



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