En Repartidor, después de dejar un toyoperú, nos quisieron meter a los cinco, con nuestras mochilas, en un perútoyo (Toyota de carretera) no mayor que un 205. Discutimos con el que distribuía los carros y le convencimos de que nuestros cuerpos gentiles querían llegar a Tingo María vivos. Nos pidió un poco más por la comodidad de ir en uno mayor y le dijimos que nones, que nos íbamos a otra agencia. Que no, que hay que mantener a la familia, que bueno, que vale”. Nos metimos en un Corolla conducido por el Gordito, que bien pudieron haberse dejado de apodos cariñosos y llamarle Gordo de la leche o Gordo.com. La alineación fue de cinco mochilas en el maletero y sobrándose por encima del asiento, una muralla defensiva de cuatro atrás, como sardinas, y un extremo acompañando al Gordito.com. Como se puede apreciar un equipo a la italiana. Como los cuatro no nos podíamos poner en línea, dos ponían sus posaderas un poco adelantadas. La suerte, eso me pareció, de ir por una carretera asfaltad...