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Mostrando entradas de diciembre, 2014

De bragas, calzoncillos y uvas

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No me imagino. Bueno, sí. Me veo a Rajoy con calzoncillo rojo tipo slip, comiéndose las uvasss, formulando deseos para el dos mil quince y me dan escalofríos. No por el repelús de la imagen, sino por su significado. Todos los fines de año hace lo mismo y los dioses se lo conceden. Bueno, no. El año que no ganó las elecciones, y por orden de José María, hizo sus propósitos con un calzoncillo azul y dos gaviotas en las mismas pelotas (es un suponer. No conozco el asunto tan al detalle, pero lo digo como me lo dijo un adivino que está de párroco en un barrio de Madrid y de vez en cuando viene a Pamplona a visitar a la familia). Si en su balance de este año nos ha dejado claro que la cosa va bien y que en el quince vamos a petar, cuando me lo imagino pidiéndole al tótem televisivo sus deseos me pongo en lo peor. Va a ser más de lo mismo. Siempre he tenido claro que mis peticiones y las de mis semejantes nunca han servido para nada porque una fuerza más potente lo ha impedido....

Hacienda se lleva el veinte por ciento de la lotería.

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Los pájaros y patos que dan vida al Arga y sus orillas no distinguen un día de otro y hacen lo mismo que la semana pasada. Yo tampoco distingo por sí, si es Navidad o no; pero como   la publicidad forma parte del aire que respiro, como el oxígeno, me han metido en la cabeza que estamos en Navidad. Ahora, más que nunca, me he convertido en un comprador compulsivo; en un gilipollas cursi que ama a todo dios; en un borrego que pasta en un campo de serrín y musgo bajo un cielo de papel azul en el que el día y la noche se suceden cada 30 segundos. Tenemos que celebrar no sé qué en el tiempo forma y manera que nos dice el pastor. ¿Pero hay algo que celebrar? Una mujer con claros síntomas de padecer el SN (Síndrome de Navidad) pasea un perro canijo vestido de rojo con cenefas blancas. El perro, al ver que le miro, baja la cabeza avergonzado. Me entran ganas de llamar al 112 para que detengan a la dueña. Caminando por las acera tengo que sortear renos y árboles  blancos c...

Puede ser lo que parece

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Para pasar la mañana reflexionando me siento en un sillón individual, de esos modernos de madera y hierro, a las afueras del parque. Un señor, trajeado y tieso como si se hubiera tragado un palo de escoba, me mira con desdén. Deduzco que no soy atracable y eso me tranquiliza. Una pareja de mujeres hablan animosamente mientras caminan. La más alta va con un hábito blanco y negro. Cada dos por tres se paran para hablar frente a frente. La más baja, vestida con minifalda plateada, gesticula mucho. Aparecen por detrás, dándome un susto, tres muchachos negros hablando a gritos en un idioma, para mí, desconocido. Cuando ya se alejan, uno de ellos se vuelve y me avisa de que tengo la mochila abierta. Le doy las gracias, la descuelgo del respaldo, la cierro y me la pongo en el regazo. Suena el teléfono. Me cuesta un buen rato dar con él. Se presenta una operadora con su nombre y apellido interesándose por mejorar mi vida. Cuelgo enseguida porque sé que es mentira. Quiere venderme a...

Alarma.

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Cuando las catástrofes naturales sacuden nuestras conciencias, la ciudadanía responde en fantásticas avalanchas de generosidad dando dinero y todo lo que se pida. El gobierno central de turno y los autonómicos de vez mandan equipos de primeros auxilios, hospitales de campaña, perros entrenados en la búsqueda de personas y aviones con lo más necesario. Los bancos ofrecen sus servicios sin cobrar un céntimo, según proclaman ellos mismos. La iglesia reza por el mundo que sufre. Todo cuando el causante del horror no es humano.    Hace unos días el Banco de Alimentos tocó a arrebato y la gente participó con entusiasmo. Las víctimas del paro y del trabajo mal pagado necesitan comer. Se recogió más que nunca. Las grandes cadenas sacaron sus excedentes y aportaron víveres; algunas autoridades bancarias, a título personal, dieron simbólicos óbolos; diversas firmas comerciales aportaron dádivas coreadas con falsa modestia. El gobierno central, los autonómicos y la banca elogi...