Metafísica doméstica
Después de cerrar la puerta de casa tengo la certeza de que el mundo mundial pasa a un segundo plano y las cuatro paredes y sus divisiones para espacios distintos condicionan mi ánimo. No me encuentro igual si estoy en mi dormitorio o en otro, en la cocina, en el baño, en el pasillo o en el salón. En poco espacio puedo estar sentado, tumbado o de pie sin mayor problema. Por el pasillo paso, en el dormitorio duermo, viendo la tele en el salón dormito y donde hay baldosas, como hay grifos, lavo. Puede parecer una chorrada, pero es algo que trasciende de lo estrictamente físico y se ubica en un plano metacasa. Un plano en el que Arguiñano y otros vascos ofician como cardenales de esa transubstanciación de lo más terrenal a lo más divino sin que a nadie le sorprenda. Me pongo una casulla, de las clásicas, con forma redondea...