Ya no podré disfrutar con mi madre.
Cuando decidí hacerme cargo de las clases de alfabetización a un grupo de inmigrantes en situación de exclusión, le comenté a mi madre que no podría ir por la mañana a pasear con ella por Pamplona. En cuanto le expliqué el motivo se puso muy contenta. —Si no aprenden castellano, aquí no serán personas. No te preocupes, cuando vengas a la tarde ya me contarás lo que habéis hecho en clase —dijo entusiasmada porque íbamos a tener tema para hablar. Así fué, me preguntaba si asistían, si hablaban castellano, si iban mujeres, cómo les enseñaba... quedamos que algún día, por junio, con el buen tiempo, iríamos con ellos a tomarnos algo y charlar.
Cuando le comenté que la Administración no les quería matricular en una escuela oficial y que no podían acceder a cursos de formación profesional, no le entraba en la cabeza. —¿Y qué hacen los del PSOE ? No es posible que habiendo gente que quiere aprender, los que tienen la sartén por el mango no les den clases. No ya por obligación cristiana de enseñar al que no sabe, sino de justicia.
Cuando le dije que iba a ir al Parlamento a fin de presentar, en una sesión de trabajo, las propuestas que hacíamos desde Apoyo Mutuo para solucionar el problema de alfabetización, le pareció estupendo. Antes de que llegase la fecha le dimos muchas vueltas al asunto y siempre apuntaba que era más fácil aprender castellano a la par que se trabajaba. Si son mayores algún oficio ya sabrán —decía aplicando su experiencia con una asistenta ucraniana que iba a casa a ayudarle con mi padre.
El día uno de marzo fue la sesión de trabajo, el dos por la mañana fui temprano a explicarle con detalle la exposición y la impresión que saqué. No las tenía todas consigo.
Hace unos diez días, estando con ella, me llamaron de José María Iribarren para comunicarme que todas las solicitudes de matrícula que habíamos hecho iban a ser admitidas y que el 22 a la mañana quedaban citados para la entrevista. Le dio un alegrón tremendo. —Eso, eso, ¿y lo de que las madres puedan aprender castellano a la par que sus hijos?... No las dejéis solas. Ya me contarás el martes por la tarde. Pero que tengan algún trabajo, si no, ¿de qué van a vivir?
El martes no pude acompañar a mis alumnos. Nos quedamos con ella arropándole en sus últimos momentos. Ya le contaré al viento la marcha de sus sueños.
¡Qué hermoso, Juanjo!¡ y qué emocionante!
ResponderEliminarGracias, Julen. El calendario que le regalaste lo tenía colgando en una pared de su habitación y en este mes figuraba una foto de ella en los sesenta.
ResponderEliminarEs una pena que personas tan sensatas y solidarias se nos vayan así, como sin decir ni adiós. Un abrazo, Juanjo.
ResponderEliminarGracias, Koldo.
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