Oposiciones populistas
Escuelas del Ave María en Errotxapea. Desconozco el autor.
He decidido dejar pasar un tiempo prudencial para no dejarme llevar por la
mala leche que me provocó el vocerío surgido contra el profesorado por los
resultados de las oposiciones de primaria. Que los maceros de la libertad de
elección de centro procesionen orgullosos, en tanto y cuanto se cuestiona,
indirectamente, la red pública, no me extraña; pero que los gestores de las
oposiciones, socialistas y anejos, no se cuestionen, siquiera un poco, el
modelo de oposición aplicado, dice mucho del pobre concepto que tienen de la
enseñanza. En un intento de poner los puntos sobre las íes, infiero que hay dos posibles razones que
justifican el constructo educativo. O el personal que se presenta a las
oposiciones es ceporro o el sistema de oposiciones es una mierda. No contemplo
la vía equidistante de que los dos son culpables.
PROFESORADO DE REGIONAL PREFERENTE
A ojos del pueblo, el profesorado que trabaja y se presenta a los exámenes
es de una ignorancia pedagógica y didáctica aderezada con un escaso dominio de
la ortografía. Ese pelotón de torpes, los
de la lista B, es irrecuperable aunque hayan aprobado, sin plaza, oposiciones
anteriores. Ahora son un desastre. ¿En qué manos deja el personal a sus criaturas?
Es para temblar. Pensar que un cateto de la ortografía puede orientarle a un mocé en la correcta escritura es creer
en los milagros. Suponer que una analfabeta que ha sacado un cero cincuenta en
el examen de casos prácticos le va a atender bien a una muetica, maja como ella sola, es como esperar ver sexo en una peli
de Disney.
¿Cómo es posible que penquen las oposiciones personas con dos carreras
universitarias, con sobrada experiencia, con un mínimo de 35 horas de formación
por cada año trabajado, con horas y horas extras no remuneradas, con
participación directa en equipos de innovación y con una labor docente
reconocida y aplaudida por la comunidad educativa?
La descalificación de los maestros de escuela abona el crecimiento de la
privada en tanto y cuanto el profesorado de la enseñanza privada concertada, su
sueldo sale del mismo bolsillo y en la misma cantidad que el de la pública, no
es juzgado por el tribunal de oposición y no sufre, consecuentemente, ninguna
desautorización. También se salva del descrédito el divino profesorado de religión,
asalariado como el resto del profesorado por el tesoro público, porque tampoco
pasa por el confesionario de las oposiciones y sigue cobrando religiosamente sin
cumplir la penitencia opositora gracias al arzobispo de Pamplona y Tudela. Y, por la falta de Fair Play, a los cienes y
cienes de tícheres del PAI no se les hace un screening al no existir, afortunada y constitucionalmente, tal modelo educativo. En buena lid, todo el personal que cobra del Gobierno debería
pasar por el mismo trance y someterse a la doble lista de empleo.
De la misma forma que el fracaso escolar es el fracaso del sistema
educativo; el fracaso en las oposiciones es el fracaso del sistema.
SISTEMA DE OPOSICIÓN DEL PLAN 67
Que la experiencia laboral tenga un tope, diez años, es un ataque directo a
los trabajadores y trabajadoras de la enseñanza porque un gran número los
supera con creces dado los muchos años en los que no hubo oposiciones o si las
hubo fueron ridículas. Tanto es así que
Europa exige a España que termine con ese tanto por ciento tan alto de
interinidad.
Que en 2022 tengamos unas oposiciones con temario del siglo pasado, después
de unas siete leyes educativas y sus normas anexas, nos pone en alerta sobre
los contenidos.
Que las distintas pruebas sean eliminatorias y dejen al profesorado sin
posibilidades de demostrar sus habilidades y conocimientos en las distintas
facetas educativas que se estiman importantes para impartir clase, como poco,
es estúpido.
Que la primera prueba sea un temario de contenidos estudiados en la carrera
es una hipervaloración de la memoria por la memoria. Así pasa que el
profesorado que ha terminado la carrera hace poco, que no trabaja o que no tiene
compromisos familiares obtiene mejores resultados que el resto. Hay que dedicar
tiempo al gimnasio de la memoria y no todo el mundo lo tiene.
Que no exista una prueba en la que el profesorado pueda defender ante el
tribunal un caso práctico o un tema de la actualidad pedagógica, tipo
entrevista de trabajo, es repetir un recetario aprendido en una academia.
Que haya un criterio ortográfico que pueda quitar hasta dos puntos de la
nota obtenida es novedoso a la par que cuestionable porque entra en acción el puritanismos caligráfico de
algunos examinadores. Además, como el orto de la grafía tiene esa apariencia de
objetividad matemática que resalta sobre la supuesta subjetividad de los
contenidos desarrollados en un texto, es muy tentador poner el acento en la
ortografía y supeditar los contenidos a la corrección gráfica.
Una persona docente, como Dios manda, ha aprobado en la escuela, en el
instituto y en la universidad. Podemos estimar que ha hecho cientos de exámenes,
porrón de trabajos escritos y tomado apuntes a la velocidad de la luz. ¿Ese
superviviente de mil batallas, boli en mano, resulta que tiene faltas de
ortografía? ¿Cómo le aprobaban? ¿Acaso estudiaron en la Juan Carlos? ¿No le
pudieron corregir? ¿Qué sistema educativo tenemos para que esto pueda suceder?
¡Madre mía! ¿Cómo pudieron obtener títulos universitarios (hay muchos
suspendidos con dos carreras de las consideradas de letras) sacando faltas de
ortografía? Creo que la explicación a este desajuste, si en verdad que los
opositores sacan faltas, es sencilla: cuando el opositor estudiaba, las faltas
ortográficas no eran consideradas; y ahora, con afán sancionador, Educación saca el bisturí ortográfico. Me da
que Toni Cantó ha metido mano en esto.
¿y qué podemos decir, por ejemplo, de los miembros de los 25 tribunales de
primaria en castellano o los 16 de infantil en castellano?
Para pertenecer al tribunal hay que ser funcionario en ejercicio en la
especialidad a evaluar en cada tribunal. Es decir, el conocimiento de las
asignaturas está garantizado. En caso de dudas o de flaqueo de la memoria, muy normal
y lógico, los miembros disponen de tiempo suficiente como para repasar los dos
temas y los casos prácticos y, si siguen teniendo dudas, pueden echar mano del
ejemplar completo de cada tema que tienen delante. No conforme con eso, los
cinco miembros de cada tribunal se reúnen y hacen una corrección colectiva de
varios ejercicios cogidos al azar a fin de consensuar criterios. Perfecto.
¿Y la ortografía? El presidente y los vocales son tan expertos en ortografía como lo son los
compas a los que corrigen y, por lo tanto, también pueden sacar faltas. No les veo repasando las normas ortográficas
o con chuletas puestas delante. Tampoco
me los imagino preguntando a los otros si tal o cual palabra lleva o no
lleva acento. Gracias a Dios que el móvil habita entre nosotros y pueden
recurrir a él sin quedar en evidencia delante de sus colegas.
Me sigue sorprendiendo el tremendo esfuerzo de coordinación y gestión
mostrado por Educación para unificar los criterios de evaluación de 25
tribunales de la misma especialidad. No les imaginaba con tal poderío.
Según me informan, las faltas de ortografía se remarcan con bolígrafo del
mismo color. Asunto este muy grave porque entiendo que no se debe alterar el
examen, de la misma forma que deja fuera de la oposición el empleo de un
bolígrafo distinto al que pone el tribunal, firmar o hacer "marcas"
que puedan romper el anonimato. Sabiendo que el procedimiento de corrección de
los exámenes se hace en rueda, cada miembro tiene el mismo número de exámenes y
según va corrigiendo los va apilando para el siguiente, lo que marca o subraya
el primero condiciona al resto.
También me he enterado que los miembros de los tribunales no tuvieron
sesiones de refuerzo de ortografía aplicada ni les entregaron un memorándum sobre acentos, comas, comillas...; pero sí se
le ha dado una tabla de tres ítems a tener en cuenta a la hora de sancionar:
faltas de ortografía, incorrección gramatical e incorrección en el uso de
acentos.
And then, adding insult to
injury: la Consejería de
Educación aprueba la estabilización del
profesorado que imparte el PAI. ¿Y el resto de profesionales? Que les den.
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