Salvemos a Coreano
En el mundo del revoque, del renuncio y del reciclaje político han resurgido personas defensoras de lo que ellas denominan "resignificación" del Monumento a los Caídos porque no son partidarias del derribo. Es decir, en un posible referéndum, no en un reconcurso como el de los carteles del siete de julio, lo opuesto al derribo se denominará resignificación (si yo fuese partidario del mantenimiento, mejora y reforma del monumento habría metido el palabro "recreación"). Repasando, releyendo, recopilando y revisando las reflexiones efectuadas por renombrados e insignes expertos en la reconversión histórica; el que reescribe estas líneas, yo, no ha llegado a entender qué releches es la resignificación y cómo se hace o rehace. Repaso la RAE y no encuentro el palabro tantas veces recauchutado. La máxima institución del significado no reconoce el significado de resignificado. Así nos caemos todos. Esto no es serio. Si ni siquiera los partidos partidarios de que el monumento siga regentando Pamplona no se ponen de acuerdo sobre el concepto, con lo importante que es el concepto según lo manifiesta Pazos en Airbag, ¿a qué vienen tanto reparo y remilgo para llamarle a las cosas por su nombre? El significante es la madre del cordero. El hábito hace al fraile y aunque el monumento se vista de seda, monumento fascista se queda. El edificio, lo físico, lo pétreo, dice tanto que por mucho que gasten o hagan no van cambiarle el significado. No va a dejar de ser lo que es para todo el mundo: un edificio puramente ornamental, un mausoleo, vacío por dentro, elevado sobre un amplio espacio exterior con enorme estanque, cúpula gigantesca con linternas laterales, pórtico de columnas cuadradas que le dan una presencia tétrica y pesada y dos grandes arcadas inútiles unen el monumento con la casa parroquial y la iglesia de Cristo Rey. Para el cien por cien de los habitantes de Pamplona y el cien por cien de los turistas el significado es el mismo, lo que pasa es que unos están contentos al poder refocilarse al pie de semejante cimborrio y otros lo evitan. No tardará en ser el monumento más fotografiado de Pamplona.
En mi tierna infancia solíamos ir a casa de unos tíos míos que vivían en Mártires de la Patria y en una ocasión fuimos a jugar por donde el monumento Navarra a sus Muertos en la Cruzada. Pasé mucho miedo. Solo he estado dentro una vez y se me helaron los huesos. Cambiando el nombre de la calle, el significante, ha dejado de existir la glorificación de los mártires de la patria; al monumento lo han restaurado, le han cambiado de función y dos veces de nombre (sala de exposiciones Conde de Rodezno y Sala de Exposiciones), han exhumado a Mola y Sanjurjo, han cambiado el nombre a la plaza dos veces, han chorreado e iluminado el estanque, han colocado una estatua de Oteiza (Coreano se echa las manos a la cabeza) y sigue reglorificando lo mismo. Es más, yo le quitaría la faldilla que cubre NAVARRA A SUS MUERTOS EN LA CRUZADA y dejaría nuestras vergüenzas al aire. Lo doloroso no es solo el nombre, es el intocable edificio.
Me da que resignificación es resignación.
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