CLASES DE MORAL

    La religión es un tipo de moral, lo que significa que hay otras que no son religiosas, entre las que se encuentran las ateas, las agnósticas, e incluso, las que creyendo en dios o en dioses no son religiosas. Pero, también entre las morales religiosas se da una pluralidad, pues está la católica, la protestante, la mahometana, la judía y un largo etcétera más.
   
    Vistas así las cosas, parece pretencioso querer arrogarse la exclusividad moral, como se deja entrever en tantas declaraciones de los representantes de la iglesia católica. Sin embargo, lo que sí parece exigible a cualquier moral es que exista un acuerdo entre lo que se dice y lo que se hace, es decir, entre los principios morales que afirma defender y los comportamientos de las personas que libremente se identifican con dicha moral. La realidad, por el contrario, muestra cómo algunos católicos son un ejemplo de la diferencia entre el dicho y el hecho. Efectivamente, mientras defienden la libertad de conciencia para sí mismos pidiendo ser eximidos del cumplimiento de las leyes en casos como el aborto, el divorcio, la ayuda a morir a enfermos terminales, etc., exigen que la conciencia de los demás desaparezca para los mismos casos u otros similares y pretenden obligarnos a soportar sus símbolos religiosos en lugares como escuelas u hospitales públicos.   
   
   Por si esto fuera poco, la iglesia católica denuncia sin cesar ser objeto de discriminación negativa y de persecución, justamente allá donde más privilegiada está, como es el caso del estado español. También aquí, la realidad muestra lo erróneo de su actitud. En concreto, y en el caso de la enseñanza, se da la circunstancia de que el profesorado de religión –como ocurre en Navarra- tiene unos privilegios de los que carece otra parte del mismo. En unos momentos en los que se hacen recortes presupuestarios que dejan muy perjudicado al colectivo de personal interino, que obligan al profesorado a impartir materias para los que no está habilitado y que han aumentado el trabajo en casa porque tienen que sustituir a compañeros de baja. Ahora que corren tiempos de “ajuste presupuestario”, de “maximizar recursos” y de “racionalizar gastos” –como les gusta llamar a los políticos su mala gestión- por las que las aulas de infantil y primaria pueden superar la ratio de veinticinco y los centros tienen que administrar la miseria; a la asignatura de religión no se le ajusta el cíngulo y el profesorado goza de bula político arzobispal. Se da la circunstancia, muy curiosa, de que el cálculo de horas del profesorado necesario para dar religión católica se hace sin datos numéricos del alumnado que solicita dicha religión (en euskera, modelo A, se hace con rigurosidad matemática). Así nos encontramos, en muchos centros, con profesorado de religión católica contratado por más horas de las necesarias.

    ¿Por qué calla en este caso el profesorado de religión? ¿Cómo explican esta situación los responsables políticos que la permiten? ¿No tiene nada que decir el arzobispado? ¿Será que el matrimonio político religioso es inmoral? No, por Dios: por dinero.

    Si es cierto que Jesucristo dijo aquello de “haced lo que ellos dicen pero no lo que ellos hacen”, habrá que suscribirlo para el caso que nos ocupa: ellos –los católicos de la viga en el ojo…- dicen que no quieren ser discriminados; pues eso, los demás tampoco.

    Firmado: Julen Goñi Salvador y Juanjo Aragón Urtasun

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