Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2013

Agur, Leticia

Imagen
Después de desayunar aparecieron puntuales los motocarros que apalabramos la víspera para que nos llevasen al puerto de Tabatinga. Por el camino se me van clavando pequeños recuerdos de los buenos ratos pasados en Leticia y trato de suavizar el dolor abrazándome a Sara que, supongo, le está pasando algo parecido. Cada vez que me alejo de algún sitio tengo la sensación de que voy por la vida a toda leche y que me voy perdiendo en la nada. El letrero “Jesus eo motivo das minhas vitorias” que subraya el edificio de una droguería nos indica que ya estamos en Brasil, en el Brasil de la entrega a lo intangible, mágico y a la vez corporal y sonoro. También el Brasil que se cubre con el manto de país emergente para tapar sus miserias. El Brasil del espacio abismal entre pobres y ricos que las distintas fuerzas armadas tratan de mantener en orden. El Brasil de los contrastes, el de la selva inmensa y el del hormigón altivo. El del jolgorio y el de la lucha por la libertad. Una vez c...

Leticia, Tabatinga y Santa Rosa

Imagen
Leticia es una ciudad un tanto original dado que siendo colombiana está aislada del resto del país por la selva y es frontera con la ciudad brasileña de Tabatinga y la peruana de Santa Rosa, pero mantiene un orgullo colombiano muy fuerte que le da cierta distinción. Sólo te percatas si estás en Brasil o en Colombia si te vas fijando en los letreros comerciales o si hablas con alguien del lugar. Aunque hay un algo, no sé qué es, que tiene que ver con la luz y el color. Algo te dice que estás en Colombia. Posiblemente sea el vil metal porque se ven coches nuevos, casas de ladrillo, hoteles muy arreglados, gente muy a la europea, mucho turista y, cómo no, motos y motocarros por un tubo. Más que en ningún otro sitio. Según una madre colombiana que lleva su hija a la escuela donde yo trabajaba, cuando se enteró de que tenía intenciones de visitar Leticia me puso en guardia advirtiéndome del peligro de la juerga, las mujeres y los militares. Lo de la juerga y lo de las mujeres ...

De Iquitos a Leticia

Imagen
A eso de las cuatro y media de la mañana ya estábamos buscando motocarros por unas calles cercanas al hotel con la intención de ir al embarcadero conocido como el “Huequito”. Llegamos con el tiempo suficiente como para comprar bebidas o comer un tentempié sobre la marcha. Hacía fresco y el cielo amenazaba lluvia. Bajando unas escaleras para llegar al rio nos encontramos con un pelotón de policía que cacheaba y hurgaba en los bolsos de los nativos. A los extranjeros, no sé por qué, nos dejaban pasar sin problemas. Había poca luz y uno de los polis miraba los pasaportes con una linterna sujeta en la boca. Se acercó la lancha rápida al muelle y la tranquilidad y modorra matutina se desperezó y todo el mundo se puso en movimiento. Fardos, cajas y mochilas se colocaban al fondo, en orden. Primero las que iban a Sta. Rosa y luego las de los pueblos anteriores entre los que se incluía San Pablo, el de la leprosería en la que Ernesto Guevara Lynch, el Che, trabajó tres semanas de volunt...

Revolviendo Roma con Santiago

Imagen
Esto de la teología y sus aplicaciones a los aconteceres de la iglesia católica van a terminar siendo una sección del programa de Iker Jiménez o de Sálvame porque dan un juego infinito o eterno dado el entusiasmo que algunos hombres con sotana le ponen a lo misterioso, a los asuntos del fornicio y a los del vil metal. Estén en Santiago o en el Vaticano, algunos cargos eclesiásticos se suben la sotana o se bajan los pantalones para liberar sus instintos carnales con la misma pasión y firmeza con la que condenan a los homosexuales sin hábito. Y como todos los caminos conducen a Roma o a Santiago, vuelven a subirse la sotana o a bajarse los pantalones, pero esta vez para esconder el dinero de los peajes a la felicidad eterna. José Manuel Fernández Castañeiras está acusado de delitos contra la intimidad, robo continuado con fuerza en las cosas, hurto y blanqueo de dinero porque, al parecer, se llevó una pasta de la catedral de Santiago y el famoso Códice Calixtino. Pues bien, este ca...