Agur, Leticia
Después de desayunar aparecieron puntuales los motocarros que apalabramos la víspera para que nos llevasen al puerto de Tabatinga. Por el camino se me van clavando pequeños recuerdos de los buenos ratos pasados en Leticia y trato de suavizar el dolor abrazándome a Sara que, supongo, le está pasando algo parecido. Cada vez que me alejo de algún sitio tengo la sensación de que voy por la vida a toda leche y que me voy perdiendo en la nada. El letrero “Jesus eo motivo das minhas vitorias” que subraya el edificio de una droguería nos indica que ya estamos en Brasil, en el Brasil de la entrega a lo intangible, mágico y a la vez corporal y sonoro. También el Brasil que se cubre con el manto de país emergente para tapar sus miserias. El Brasil del espacio abismal entre pobres y ricos que las distintas fuerzas armadas tratan de mantener en orden. El Brasil de los contrastes, el de la selva inmensa y el del hormigón altivo. El del jolgorio y el de la lucha por la libertad. Una vez c...