Agur, Leticia

Después de desayunar aparecieron puntuales los motocarros que apalabramos la víspera para que nos llevasen al puerto de Tabatinga. Por el camino se me van clavando pequeños recuerdos de los buenos ratos pasados en Leticia y trato de suavizar el dolor abrazándome a Sara que, supongo, le está pasando algo parecido. Cada vez que me alejo de algún sitio tengo la sensación de que voy por la vida a toda leche y que me voy perdiendo en la nada.

El letrero “Jesus eo motivo das minhas vitorias” que subraya el edificio de una droguería nos indica que ya estamos en Brasil, en el Brasil de la entrega a lo intangible, mágico y a la vez corporal y sonoro. También el Brasil que se cubre con el manto de país emergente para tapar sus miserias. El Brasil del espacio abismal entre pobres y ricos que las distintas fuerzas armadas tratan de mantener en orden. El Brasil de los contrastes, el de la selva inmensa y el del hormigón altivo. El del jolgorio y el de la lucha por la libertad.

Una vez cogidos los pasajes de hamaca en el Oliveira V tuvimos que esperar un buen rato y pasar un control aduanero muy exhaustivo. Nos hicieron abrir las mochilas y poner sobre las mesas el contenido. En esos momentos agradezco la bendita costumbre que tiene Sara de hacer maletas o bolsos con un orden tipo tetris consistente en hacer pequeños paquetes con las distintas cosas que vas a llevar. Colocada la ropa en pequeños separadores evitas que se arrugue y puedes sacar y meter las cosas en la mochila sin revolverlo todo. Además, siempre sobra sitio. Los aduaneros, militares como armarios de tres cuerpos, alucinaron con nuestras mochilas y nos felicitaron por el orden. Les agradó tanto que ni nos hicieron abrir los distintos bolsos. A otros les esparcían todo sobre las mesas, les cacheaban y les repasaban hasta los cantos del pasaporte. Igual, nuestras pintas les inspiraban confianza y la de los otros no. No sé. El caso es que tuvimos que esperar a Gema y Zarra sentados en un tronco que había en el sendero que bajaba al puerto; Dani hacía rato que había pasado y andaba sacando fotos por el puerto.

El Oliveira V nos esperaba rodeado de barcos militares. Aúpa Brasil. Agur Colombia.

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