A Mawlamyne
La comodidad del bus VIP no me resultó tal. La longitud del asiento, al tumbarlo y apoyar los pies en una especie de estribo, no se ajustaba a mis medidas. A la altura de los riñones me quedaba un vacío que intenté rellenar con una almohada para amortiguar el traqueteo. No funcionó. La protuberancia que tenía para acomodar el cuello me caía en el cogote y tuve que ponerme una camiseta para salvar el hueco. Tampoco fue solución porque se quedaba plana cada dos por tres. Si quería salvar los problemas anteriores, apoyaba los pies en el estribo, me subía para arriba y la cabeza me quedaba colgando. Si me relajaba, se me doblaban las piernas y la ergonomía se iba a la mierda. No estábamos hechos el uno para el otro. Gran parte del viaje lo hice sentado. Después de doce horas de rápido VIP terminé con las lumbares y las cervicales hechas polvo. Al amanecer llegamos a la gran estación campera de Yangon. Las lluvias la tenían convertida en un lodazal. Preguntamos por los autobuses p...