Más aquí de la pantalla.
Abro los periódicos o paso sus hojas
virtuales en internet y las noticias me atropellan independientemente de la
prensa que tenga delante de las narices. Enchufo el televisor o la radio y la
información me acribilla por los cuatros puntos cardinales con saña siendo
igual el arma que emplee la emisora de turno. Son monótonos, cansinos,
predecibles y pelmas una cosa mala, tanto en lo que callan como en lo que
dicen. La información, el debate, el coloquio o la opinión suelen ser, con
pequeños matices y honrosas excepciones, el mismo ladrido y consiguiente mismo
mordisco. Van a la yugular sin piedad. Siguen la misma estrategia que Drácula.
Un mordisco de columnista extraordinario para enamorar y luego unos chupones interesados
hasta transformarte en un vampiro pura sangre. La única manera de librarte de
ellos es mandarles a tomar viento lunar en cuanto asoman el colmillo, desconectar, no
abrirles las hojas del corazón, ni la puerta de los deseos, no vaya a ser que se
acomoden en tu alma política. El agua bendita, los crucifijos o la ristra de
ajos no tienen ninguna eficacia. Hay que clavarles la estaca de la indiferencia
en el corazón o decapitarles con un clic para que la sangre de tinta o los bits
no les riegue el cerebro.
Los
medios de comunicación son también un vehículo por el que se publicita y el
mecanismo más potente para la creación de un mercado que supera el
estrictamente comercial de ventas de productos al incorporar en el mismo plano
el mercadeo político. Se vende acción política junto a lavadoras o masajes cerebrales.
Salvo las pequeñas publicaciones en
internet, el resto es a la vez rosa, azul, salmón, negro, grosero,
cutre, pornográfico, machista, facha, excluyente, racista y mudo. La información
es propaganda. Recordando a La Codorniz: "Donde no hay publicidad
resplandece la verdad".
Antes,
viajar era desconectar. Cerrabas la puerta de casa, cortabas el gas y el agua a
la par que desenchufabas con lo diario y periódico que se sucedía día a día. Sabías
que el mundo serio se moría en verano dando paso a los culebrones y a las
fiestas de los pueblos. Por otra parte, en los kioskos y teles foráneos no
pillabas nada de casa. A la vuelta, con color distinto al habitual y algunos
kilos de menos, te ibas adaptando a la rutina de la que saliste. Volvías al
redil. Hoy es imposible. Lo del gas y el agua sigue vigente, pero desconectar la
realidad que te imponen los medios de comunicación es muy difícil dado que estás
atrapado en la red. Eres un yonqui y sales con el mono por ahí pidiendo un
chute informativo. Si tienes móvil o similar vas buscando, como loco, un
camello con wifi o un narcolocutorio
en el que chatear o aplastarte con la prensa digital. Sabes que el mundo que dejaste
sigue vivito y coleando; que los culebrones ya no viven los dos meses de verano
sino todo el año; que la inmundicia nos hace estar alerta permanentemente; que en un día, en una hora,
en un minuto o en un clic, lo que era algo pasa a ser nada. El neocapitalismos informativo
nos ha dejado colgaos.
Lo
peor de todo es que ahora, con elecciones a la vista, tendremos sobredosis
gubernativa de supuestas noticias positivas, ventilador de corrupción hasta en
la sopa y miedo, mucho miedo para paralizar el cambio. Comeremos cadáveres de guerras
lejanas, de hambrunas ocultas. Nuestras tragedias, las de casa, tratarán de
esconderlas, de enterrarlas en las arenas del mar. Somos más que estos o
aquellos, la envidia del mundo. Elecciones amañadas para tunear nuestro
retrato. Todo un año de bombardeos por tierra, mar y aire.
Hace
un tiempo decidí apuntarme en un programa de desintoxicación recomendado por mí
mismo al disfrutar de una semana desconectado. Lo llevo bastante bien. Veo
deportes, pelis, documentales, voy al gimnasio, leo, escribo... Estoy
recuperando música de los sesenta y setenta, paso más
tiempo con mi madre cosiendo, jugando a las cartas y hablando de lo que se nos
ocurre. La vida es verdad.
Este me lo había perdido, pero es fenomenal, y verdad verdadera todo lo que cuentas. ¡No saben lo que se pierden quienes no te leen! (Yo procuro hacerlo llegar por twiter, faceboock..., en fin, por vía intravenosa, que no toda droga mata).
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