(2) Otras pintas
Foto bajada DEL IMPERIO DE DES. "Un balinlieue de París"- WordPress.com
La justificación del reparto de alumnado en base al nivel competencial
o de conocimientos (diferenciar los dos nos llevaría a otro debate) tiene,
aparentemente, un matiz técnico, aséptico, libre de carga moral y de matices
sectarios. Sin embargo, cuando los defensores de ese elemento discriminador explican
los motivos del reparto suele surgir, inevitablemente, el término gueto. En ese momento el debate del reparto sale a la
luz sin velos, desnudo, en plenitud de forma, carnal y del color que le es
propio. La RAE define gueto como "zona o
barrio habitado por personas que tienen un mismo origen o condición y viven
aisladas y marginadas por motivos raciales o culturales". Sí, el gueto de
las películas yanquis. Pocas personas perciben el gueto como "barrio en
que vivían o eran obligados a vivir los judíos en algunas ciudades de Italia,
Polonia y otros países centroeuropeos".
Adjetivar
una escuela como gueto es un
despropósito conceptual, un baldón para la escuela en concreto y un insulto
racista para los alumnos y alumnas que asisten a ella. Escuela gueto es un oxímoron. La escuela gueto
está sin definir y en el supuesto de que existiese un barrio gueto (según un
estudio de la UPNA, en Pamplona no hay ni un gueto) la escuela sería el
salvavidas de la infancia de ese barrio. Dudo que una escuela a la que
asistiese mayoritariamente alumnado de países del Este se la tachase de gueto.
El término gueto es tan insultante que cuando alguien quiere hacer daño lo
utiliza. La caverna mediática y sus fieles suelen tachar a las ikastolas de
guetos. Solo una persona con frente hilo dental y corazón pedrusco puede definir como gueto el centro al que
asisten menores de doce años con tono de piel y pelo hasta hace poco no
habituales por nuestras calles; pero, desgraciadamente, haberlas, haylas. Para ellos, un "negro" podrá
llegar a ser futbolista, atleta, baloncestista, soldado (policía o guardia
civil no, que tienen autoridad sobre nosotros) o pasear por las prisiones, nada
más. ¿Y ellas? Mejor no digo nada. El otro día me enteré
que en EEUU Banderas es un actor de color.
Después de oír que una escuela es gueto, ¿quién, en su sano juicio,
puede tener el valor de llevar a su criatura a un lugar en el que saldrá
titulado en lumpen grado superior y con acceso directo a una diplomatura
carcelaria? ¿Quién? Las escuelas deberían ser sagradas y a todo aquel que se
atreviese a insultarlas le tenían que... Si la infancia debe ser respetada, los
lugares en los que aprenden o pasan tiempo educándose, también. Y no solo
respetados, sino cuidados y mejorados
como cualquier templo político, religioso, o cultural.
En
algunas ocasiones he pedido, a personas con poder político o sindical, que me hiciesen
el favor de definir escuela gueto y no
he escuchado algo muy diferente a lo anotado en el párrafo anterior. Siempre
aluden a películas y siempre colocan la escuela en un barrio
lumpemproletariado. Esas mismas personas alegan que escuelas guetos no hay,
pero que puede haberlas y que hay que ponerse al Si vis pacem, para bellum por medio del
cruel reparto. Es tan desgarrador que es la misma bellum. Creo que con adultos no serían capaces de hacerlo. ¿Qué
tanto por ciento de alumnado peligroso, chapapote, se considera oportuno para
introducir la maquinaria del reparto?
Los
amigos del reparto argumentan falazmente cuando dicen: “si se dan
ciertas circunstancias, entre las que está el número de alumnos inmigrantes,
determinados centros acabarán siendo guetos. Conclusión, hay que repartir los
alumnos inmigrantes”. ¿Por qué el número de alumnos inmigrantes lleva a una
escuela a convertirse en gueto? Eso no se demuestra sino que se da por sentado.
Tampoco se definen conceptos como inmigrante de primera o segunda generación,
extranjero, nacionalidad española...
El
Repartil Fortes se
vende sin receta. En el prospecto garantizan que llevando las criaturas a otro
centro fuero de su barrio, lejos de sus amigos, van a aprender tanto como el
alumnado no trasladado. Sin embargo, el Repartil Fortes no se
prescribe en poblaciones en las que solo hay un centro, por mucho tanto por
ciento de criaturas necesitadas que haya en el colegio.
¿Y a dónde los llevan? Desde luego
que a la privada concertada no. Está llena en el plazo ordinario y, según datos
oficiales, con una minoría simbólica de alumnado de necesidades educativas. Por
otra parte, el entramado legislativo lo hace imposible. El trasvase no es de la
pública a la privada, es de la pública a la pública. ¡Ojo! y no siempre, que
con el PAI se complica mucho. Aunque no viene al caso plenamente, va siendo
hora de poner sobre la mesa el drama de lo que llamo el programa Bay-bay por el
que algunos alumnos (normalmente chicos) son desplazados de su centro PAI por dificultades
en el aprendizaje del inglés y por los daños colaterales que su "incapacidad"
genera en la comunidad educativa. Hay mucho centro brexit.
Si uno
sale a la calle con paraguas para evitar que llueva u otro se pega un
martillazo en el pie para que no le duela la muela, allá ellos, de lo suyo
gastan; Pero si un lumbreras cree que la letra con sangre entra y traslada al
alumnado para que aprendan más y mejor, ese está para encerrar.
De todos modos,
poner sobre la mesa el reparto entre centros públicos y privados concertados
para "equilibrar" las dos redes es dar por buena e inmutable su
existencia. Si se centra el tema en si es bueno o no ese reparto, estamos dando
por sentado que la actual privada concertada, con la fórmula foral que nos
caracteriza, tiene que seguir existiendo. Da la sensación de que se utiliza al
alumnado más vulnerable como tratamiento placebo para solucionar el reconocido desequilibrio. El
debate "pedagógico-moral" no puede aparcar el tratamiento de las
zonificaciones o distritos y la falta de recursos para el alumnado necesitado
que, querámoslo o no, es la raíz del problema.
La solución
correcta es que estén en la escuela de su barrio con los recursos necesarios.
Genial, camarada.
ResponderEliminarMuchas gracias,kamarada Julenkov
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