Portarse bien
En la dictadura, si íbamos a hacer algo fuera de lo habitual nos llamaban la atención con un “¿qué van a pensar?” que nos hacía encogernos de hombros. La espada del “qué dirán” amenazaba nuestra libertad y nos ponía en el camino de la inactividad. El problema no era si nuestra acción era justa o injusta, eso era lo de menos. Se trataba de no violentar a la autoridad político-militar que, normalmente, coincidía con la católica del dios, Gran Hermano, que lo ve todo y tú, pecador, estás condenado. Como siempre había que pedir permiso, uno se iba curtiendo en las distintas técnicas del camelo o de las artes escénicas para lograr lo imposible. Esfuerzo poco rentable porque sabíamos que el permiso no se iba a conceder y que por el mero hecho de pedirlo ya eras culpable de palabra, pensamiento y deseo. Culpabilidad que se acrecentaba por las pintas del personal. Lo normal, dadas las circunstancias, era hacer lo que podíamos, sabedores de las consecuencias que podía tener la acción, y joder a la autoridad haciendo bandera permanente de nuestra identidad. Dejarse los pelos largos, ponerse ropa desenfadada, tirar el sujetador, la corbata y otras cosas eran muestras de rebeldía o pinceladas de libertad, según se mire. Las pintas eran importantes y ahora lo siguen siendo para el consejero de educación, Sr. Iribas, que es capaz de diferenciar a un estudiante por las pintas.
Hoy, la derecha española o autonómica está soltándonos la misma letanía. “¿Qué pensarán de nosotros, en otros países, cuando protestamos o hacemos huelgas?”. “Nos castigarán los mercados, las empresas de calificación, Alemania, Francia y el Vaticano”. “La marca España se devalúa”. Como en el 1984 de Orwell se reescriben los textos de historia, se borran las imágenes que denuncian la realidad y por medio de la televisión se arranca el pensamiento para imponer las creencias con mentira tras mentira. “Todo va por buen camino y saldremos de ésta pues Rajoy y sus ministros saben lo que hacen”. Nos vienen a decir que no gritemos porque los dioses que nos están puteando se van a enterar de nuestra realidad y va a ser peor. Nos vienen a decir que hagamos como si no pasase nada, que demostremos que estamos contentos y encantados de vivir en un sin vivir.
Los dioses conocen mejor que nadie la situación porque ellos la están provocando. Lo que quieren es que no tomemos conciencia de la situación y no pongamos palos en las ruedas de su avaricia. Y saben, para eso apoyan a los gobernantes de los estados PIGS, que Rajoy es el Txotxongilo adecuado para su representación. Si Rajoy se ha comprometido en adorarles, que no nos meta a nosotros en la cofradía y, menos, que nos inmole en el altar.
No estaría mal que el gobierno de Rajoy se preguntase si la imagen que da él y su curia es la adecuada. ¿Qué pensará el mundo, la gente de otros países, de un gobierno que hace las cosas que hace con la ayuda de Dios, la virgen del Rocío y la del Pilar? Posiblemente, pensarán que somos tontos del culo para arriba y del culo para abajo por no mandarlos a tomar viento fresco.
Sabemos que gobiernan al dictado de lo que dicen sus jefes, no al tanto de lo que decimos nosotros.Lo malo de todo esto es que sabiéndolo no somos capaces de establecer estrategias de lucha.
Por cierto, un invento cojonudo el de definir a España como una marca. Se acabó el rollo de si nación, país o estado. Marca tiene un carácter más comercial, más capitalista y más acorde con nuestra situación de quiebra.
Hoy, la derecha española o autonómica está soltándonos la misma letanía. “¿Qué pensarán de nosotros, en otros países, cuando protestamos o hacemos huelgas?”. “Nos castigarán los mercados, las empresas de calificación, Alemania, Francia y el Vaticano”. “La marca España se devalúa”. Como en el 1984 de Orwell se reescriben los textos de historia, se borran las imágenes que denuncian la realidad y por medio de la televisión se arranca el pensamiento para imponer las creencias con mentira tras mentira. “Todo va por buen camino y saldremos de ésta pues Rajoy y sus ministros saben lo que hacen”. Nos vienen a decir que no gritemos porque los dioses que nos están puteando se van a enterar de nuestra realidad y va a ser peor. Nos vienen a decir que hagamos como si no pasase nada, que demostremos que estamos contentos y encantados de vivir en un sin vivir.
Los dioses conocen mejor que nadie la situación porque ellos la están provocando. Lo que quieren es que no tomemos conciencia de la situación y no pongamos palos en las ruedas de su avaricia. Y saben, para eso apoyan a los gobernantes de los estados PIGS, que Rajoy es el Txotxongilo adecuado para su representación. Si Rajoy se ha comprometido en adorarles, que no nos meta a nosotros en la cofradía y, menos, que nos inmole en el altar.
No estaría mal que el gobierno de Rajoy se preguntase si la imagen que da él y su curia es la adecuada. ¿Qué pensará el mundo, la gente de otros países, de un gobierno que hace las cosas que hace con la ayuda de Dios, la virgen del Rocío y la del Pilar? Posiblemente, pensarán que somos tontos del culo para arriba y del culo para abajo por no mandarlos a tomar viento fresco.
Sabemos que gobiernan al dictado de lo que dicen sus jefes, no al tanto de lo que decimos nosotros.Lo malo de todo esto es que sabiéndolo no somos capaces de establecer estrategias de lucha.
Por cierto, un invento cojonudo el de definir a España como una marca. Se acabó el rollo de si nación, país o estado. Marca tiene un carácter más comercial, más capitalista y más acorde con nuestra situación de quiebra.
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