Ha Long
Llegamos a la bahía de Ha Long a la par que otros tropecientos autobuses con sus tropecientos guiris deseosos de navegar en un escenario mil veces visto en el cine o en la tele. Tras una breve espera nos montaron en un vaporetto para llevarnos hasta un embarcadero flotante donde había tres barcas de madera, preciosas. Tenían dos pisos rematados por una terraza con hamacas. Nos subieron a una de ellas, nos explicaron los detalles del viaje y nos asignaron los camarotes. El nuestro caía debajo de una terracita que había en el segundo piso. Un poco justo, pero bien. Tenía dos camas estrechas, váter con ducha y, lo más chulo, un gran ventanal por el que ver en vivo uno de los paisajes más fascinantes del mundo, aunque no sirvió de mucho porque siempre estuvimos fuera y a la noche la oscuridad era total. Hicimos el recorrido básico: visita a la cueva de Non Men Acuerdon Bien El Nombren, Ko Ño, a la que se accede subiendo mogollón de escalones y de la que sólo revivo sus vistas ...