Semana de Pasión
Me encontraba en Cáceres, una
ciudad que tiene veintitrés procesiones en lo que va del Sábado de Pasión al Domingo de Resurrección, rodeado de guiris fotografiando hasta el aire,
cámaras de televisión retransmitiendo en directo, bandas de música tocando La saeta o Blowin'
in the wind a todo trapo caminando lentamente detrás de los distintos pasos
y gente sentada en las terrazas
tomándose sus cosas sin mostrar la menor devoción, cuando me cayó del cielo el
irrefrenable deseo de racionalizar o llevar a mandamiento la historia de la
Semana Santa.
Para estos cometidos suelo echar
mano de un equipo de investigadores fantasmas muy dados a sembrar más dudas que
certezas. Somos conscientes, ellos y yo,
de que los resultados de nuestra investigación sorprenderán a más de
uno, pero nosotros no somos dueños de nuestros actos. No tenemos conciencia de nada de lo que
hacemos. No se nos pueden atribuir ni los aciertos, ni los errores. Somos meros escribanos que juntan letras al
dictado de alguien superior y desconocido.
Evangelios, buenas noticias, hay
muchos. La red está llena de correos, cartas o e-mails y blogs donde se cuentan historias y
cuentos de todo tipo. Son tantos que resulta difícil verificar lo que dicen,
datar su subida a Internet o certificar
su autoría. La Iglesia ha acreditado cuatro blogueros que cuentan, a su manera,
la vida y milagros de Jesús el Nazareno. Mateo y Juan escribieron sus memorias tiempo después de sus andanzas con Jesús, pues no tenían
tiempo con tanto ajetreo, amén de que los portátiles eran enormes, con un Internet
a pedales (bueno, a pedales no que no había bicicletas. A pedo burra sería más correcto) y con una cobertura muy
limitada por mucho que Jesús fuese el Bil Gates del momento y precursor del
mundo de la comunicación hasta el extremo de colgar toda la información OneDrive. Por su parte, Lucas y Marcos,
según parece por el tipo de letra, estilo literario e incorporación de
vocabulario más al tanto de las nuevas tecnologías, colgaron sus correos por lo
que les contaron San Pablo y San Pedro, mucho más mayores y poco puesto en
tecnologías de la comunicación. Como buenos blogueros cada uno tiene su logo.
Mateo se representa con un ángel, Marcos con un león, Lucas con un toro y Juan
con un águila.
Como los evangelistas escribían
al dictado y a todo meter, no clasificaron sus escritos en capítulos y
resultaban difíciles de leer. Metían todo en un archivo sin paginar. En los
primeros textos pasados a impresora de papel continuo se encuentran señales que
al parecer hacían los lectores a modo de marcalíneas para así no perder tiempo al retomar la lectura. Cuando en los monasterios, allá por el siglo
XIII, empezaron a pasar los libros de PDF a libro digital, a un tal Stephen
Langton, llegaría a ser arzobispo de
Canterbury, cuando daba clases en París por el programa Erasmus se le ocurrió
subdividirlos en carpetas o capítulos. Más tarde, a mediados del XVI, Robert Estienne,
un emprendedor francés dedicado al mundo de la impresión, terminó de facilitar
la lectura subdividiendo el capítulo en versículos o tuits y numerándolos para ser
entendido por todo chichifú. Esta Manía
tan francesas de Robert por establecer parámetros homologados constituye el
primer paso en la estandarización. Da igual si estás en Ablitas o en Oymyakon.
Tú dices: Juan 3:16 y todo cristo lee el mismo tuit. Curiosamente, el logo del pajarico azul tiene
su origen en la representación del Espíritu Santo. Y la conjugación de la primera
persona del presente de indicativo del verbo tuitear, yo tuiteo, es la prueba
del carbono catorce y del nueve que
demuestra la posibilidad de unir fe y ciencia. Ni más ni menos: tú y Teo.
– ¡Toma sincretismo! –soltó Asirón
cuando hizo uno sola pieza con la makila y la cruz.
Sobre los últimos días de Jesús
hay bastante claridad dada la abundante información tomada de los mensajes, wasaps
y tuits que se enviaron los apóstoles.
También aportan mucho a la historia los
archivos del Sanedrín y el disco duro del ordenador principal de Pilatos. Por
supuesto que los evangelistas oficiales nos dan el guión, pero hemos recurrido
más a los freelances dado su carácter
independiente. Los detalles sobre vestimenta, complementos y demás lo hemos
sacado de los selfis que se hicieron, de las fotos de la poli romana o autonómica y de los muchos
testigos anónimos que colgaron sus instantáneas en Instagram. Los murales de artistas
multimedia como Leonardo, Rafael o Miguel Ángel no los hemos tenido en cuenta por
el uso abusivo que hicieron del photshop.
El episodio clave de la detención
y posterior crucifixión de Cristo es el acto revolucionario de sacar del
templo, a latigazos, a los comerciantes y banqueros respaldados por el Sanedrín
(troika europea con sede en Roma) que habían convertido aquello en un
hipermercado. Para entender este hecho tenemos que contextualizarlo. La crisis
imperial había destrozado la situación de bienestar, los brotes de violencia se
sucedían y las leyes represivas se
implantaban en los distintos estados. La juventud, mayoritariamente en paro y
sin esperanza, se agrupaba en las plazas y platicaban días y noches sobre la
construcción de una sociedad de tamaño humano en la que se pudiese vivir
divinamente. Y es ahí donde está la madre del cordero. Tenemos documentos
gráficos que nos llevan a la conclusión de que Jesús tenía un doble. Es decir, el
del templo no era el Mesías. Vemos un joven flaco, moreno, como de uno
ochenta... pero el pañuelo palestino no es el mismo que llevaba antes y
después de reventar el mercado a hostia limpia. Las imágenes obtenidas desde
los cajeros automáticos de la entrada nos muestran a un hombre con un pañuelo azul oscuro puesto a modo de
turbante y en las tomadas en el interior aparece con un pañuelo azul claro
colocado a lo borroka. Por otra parte, un
seguidor de Gandhi no usa la violencia de esa manera, a lo más les hace la
pascua sentándose a la puerta del templo. Tenemos que aclarar que no aportamos
las imágenes del trágico momento por su dureza.
El jueves, estando acampados en
un olivar, decidieron bajar a cenar a Jerusalén. Pedro y Juan se adelantaron para
comprar en un take away unas hamburguesas
de cordero, unas pizzas del mismo ovino, una torta grande de pan ácimo y unas
pintas de vino. Se juntaron en una bajera modestamente apañada y los
acontecimientos se sucedieron cono todo el mundo conoce. Consideramos que el
lavado de pies y el acto de la consagración están suficientemente bien
relatados por los clásicos y no son merecedores de nuestra atención. Uno, el de
los pies, por su trivialidad y el otro, por su abstracción. Sin embargo, descubrir
que entre ellos había un topo, eso sí que tiene su punto. Al modo de Gila, a Jesús se le ocurrió decir: "Aquí hay
alguien que me va a traicionar y no miro
a nadie". El mosqueo fue general. Se miraban unos a otros y le preguntaban
al Boss: "¿Soy yo, maestro?"
Esto nos plantea muchas dudas. Demos por hecho que Jesús lo sabía porque se lo
había dicho su padre o la paloma que a su vez eran él. Pues entonces, lo lógico
habría sido decirle a Judas, desde el principio, y en un apartado, lo que le
dijo más tarde: "Lo que vas a hacer, hazlo pronto" y ya está. ¿Por
qué dijo lo que dijo? Por dos razones. Una, porque quería mosquearles y
averiguar si por lo que fuese algún otro se sumaba. Dos, por no dejar en
evidencia a judas y que los demás le partiesen la cara. Si a Judas lo retienen
y no puede ir a chivarse a los romanos se jode la historia.
Lo del huerto de Getsemaní tiene
su aquél. Según parece, al Nazareno le gustaba ir mucho a ese huerto a darle al mindfulness. Viendo que igual se le
presentaba Judas con la pasma para hacerle una judiada, les dijo a Pedro, a Santiago
y a Juan que estuviesen al tanto. Ni al tanto, ni nada. Va y se quedan fritos. No
se entiende que Jesús les tuviese que despertar tres veces. O tomaron algo más
de lo debido en la cena o el trance por el que pasaba Cristo les importaba un
pimiento. Si hubiese sido solo uno, o dos si me apuras, pero los tres... ¿Qué
hacían lo demás? Discípulos de ese pelo cuestionan la capacidad del maestro.
Los relatos del prendimiento tienen
el punto débil en el beso que Judas da a Jesús. ¿No van a conocer a Jesús, si
era más famoso que Pilatos? Lo del beso no fue para señalar al Mesías, fue para
despedirse, cosa que ningún otro apóstol hizo. Sospechamos que algo raro debió
ocurrir en la bajera para que el único que se marchó, Judas, fuese el único que
estaba entero.
Las negaciones de Pedro carecen
de interés al no necesitar ser un adivino para predecir que iban a ocurrir. La
mujer de Urdangarin, el mismo Iñaki y toda una caterva de personas han dado la misma respuesta.
¿Y de la condena del Sanedrín?
¿Qué podemos decir? Pues poco. El Sanedrín era el Tribunal Constitucional y eso
son palabras mayores. Ni juicio, ni nada. Puro trámite. Ante Pilatos las cosas
fueron de mal en peor. Por las grabaciones deducimos que Pilatos era un
populista de tomo y lomo porque dejó que una asamblea amañada, como suele
pasar, decidiera entre Barrabás o Jesús. Y es que Poncio estaba hasta las
pilotas del tema. A Jesús lo llevaron de Anás a Caifás y Luego a él. No siendo
de su competencia se lo pasó Herodes y este se lo devolvió. Todo este mareo sin
coche celular y a pata no es serio. No
nos sorprende la decisión de lavarse las manos. ¡Anda y que cargue otro con el
muerto! Hizo bien porque la culpa recayó en los autóctonos, no en el invasor,
como suele pasar. Poncio Pilatos fue más vivo que vivo.
Las imágenes de la crucifixión
salen un poco oscuras. La falta de luz y las fechas nos han dejado más sombras
que luces. Damos por bueno lo escrito, pero nos gustaría denunciar el culto a
la personalidad de los evangelistas. Dimas y Gestas fueron crucificados a la
vez que Jesús y a ellos se les pone en segundo plano. ¡No señor, no es justo!
Son tan hijos de Dios como el mismo Jesús. En los archivos policiales solo
constan las fotos, las huellas digitales y un anexo, el mismo en los dos, que
viene a decir que son actores secundarios, mafiosillos de bandas
independentistas sin ánimo de lucro. Consideramos una injusticia y un oxímoron,
en el caso del bueno, la clasificación de los ladrones en bueno y malo
efectuada por los evangelistas.
Entierro y resurrección son
palabras mayores. Aquí hemos echado mano de todo lo divino y lo humano para
llegar a la conclusión de que el entierro está más o menos claro, pero la
resurrección no tiene base científica. Consultamos con la NASA para que nos
pasasen el informe de su trabajo con la Sábana Santa de Turín y no hubo manera.
Siempre nos salía el contestador automático que
nos decía (suponemos que nos decía porque lo largaba en inglés) que si
éramos clientes pulsásemos el uno, si queríamos saber sobre no sé qué, el dos,
si... y así durante días y días. Hicimos todas las combinaciones posibles (nos
salió mogollón de caro) y en la última, después de pulsar el 6, el 6 y el 6,
una voz aguardentosa me dice, a mí, que fui el último en llamar: "Tintorería
la Caldera de Pedro Botero, dígame", en inglés.
El episodio de la resurrección
nos ha supuesto muchos dolores de cabeza. Según parece, cuando las mujeres fueron
al panteón se encontraron desplazada la enorme piedra que tapaba la tumba y a
un hombre sentado a la derecha (de eso hay fotos) que les dijo que el muerto se
había ido (no tenemos documento sonoro). Si a la falta de documentos fiables le
sumamos la existencia verificada de un
doble, las dudas se nos amontonan.
Como diría el filósofo de un
pueblo de la Ribera de cuyo nombre no queremos acordamos: "Pudo ser verdad
y no haber ocurrido".
Vas a ir con Pedro Botero por infiel.
ResponderEliminarJe,je. He tenido que releer mucho y eso puntuará, ¿no?
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