Avaricia
Da pena ver a la iglesia, en plena crisis, actuando como una multinacional de la banca, como un bróker, pecando de avaricia cuando siempre ha tenido todo la pasta que ha querido del estado. Inmatriculaciones, crucecita en la declaración de la renta, obras sociales, centros de adoctrinamiento o colegios, catequistas escolares, mantenimiento de catedrales y ahora poniendo cuñas publicitarias en emisoras de radio para invitar a la gente a poner pasta para las muchas y buenas cosas que hace la Santa Madre Iglesia. Parece ser que la Conferencia Episcopal Española quiere seguir con Apple y no se quiere pasar a Android. Apple tiene reminiscencias bíblicas y es más exclusiva. En esta línea, el portavoz de los obispos dejó claro que iban a denunciar a Twitter. La CEE sostiene que el logo es una paloma, no un pájaro, y ya lo tenían inmatriculado en la biblia. “¿Quién daba los comunicados?” –se preguntan los obispos- El Espíritu Santo –se responden ellos mismos.
Parece que el SMI (Santísimo Monedero Internacional) está con pasta en sus arcas y por eso gasta dinero en anuncios como si de un vulgar banco se tratase. Pero, a diferencia de estos, la pasta que pone la gente no se registra en una cuenta libreta. No hay manera de saber cuánto ha puesto un cliente, creyente es este caso, ni cuánto recauda el SMI. Es dinero negro que vete a saber en qué se invierte. Cada parroquiano debería tener una libreta y si me apuras una tarjeta para poder conocer en cualquier momento el saldo de indulgencias de su Plan de Ahorro Celestial. Una Visa que te permitiera meter o sacar dinero en los distintos cajeros y también, con unos códigos, hacer transacciones por internet a la vez que suministrarte información con un SMS. “Esta usted en números rojos y si muere no tiene nada que hacer. Le recomendamos que ingrese unos euros en su cuenta. Para facilitarle los ingresos puede abonarse a un pago mensual que le hará menos gravosa su contribución”. Es que si no se controla el SMI terminará siendo un banco malo, de pecado mortal que no querrá salvarlo ni Dios y que llevará a sus seguidores al infierno. La cúpula vaticana, en vista de que los fieles podían pedir unos beneficios por sus inversiones, un rescate; decidió pinchar las burbuja del purgatorio. Cuando había purgatorio podías dar una pasta para que cuando fueses un fiambre te pudiesen rescatar y llevarte al cielo. Conviene recordar que las famosas preferentes que bancos y cajas vendían no son más que una copia de las bulas y limosnas que emitía y emite el SMI. Apoquinas y tienes preferencia a la hora de coger parcela en Residencial Paraíso.
Si a los bancos se les da nuestro dinero para salvarlos, el SMI nos pide pasta para salvarnos. En los bancos ponemos dinero y no nos dan nada (bueno, en algunos una tele o un reloj), pero el SMI, salvo alguna hostia que otra, te remite a un ”que Dios te lo pague” sin fecha. No te dan recibo, ni contrato, ni nada. Esto sucede porque el SMI es un monopolio y no permite la competencia de otras empresas del gremio. Otro gallo cantaría si todas las religiones compitiesen en igualdad de condiciones. “Paraíso garantizado sin intereses”. “El auténtico paraíso que colmará tus deseos. El que tú te mereces”. “Nosotros perdonamos tus deudas anteriores y te damos un Tablet Galáctico para que puedas estar conectado con tus seres queridos”. “Deja de ser analógico y pásate a la religión digital 2.0 con sucursales en toda el mundo”. Libertad de mercado es lo que hace falta.
Todo esto, sobre el papel parece fácil, pero seguro que surgirían problemas entre empresas como las ha habido a lo largo de la historia. Las guerras de religión son una vergüenza que contradice la paz y el amor que todas defienden cuando no tratan de convertir por la fuerza a todo Dios.
Comentarios
Publicar un comentario