Pensando en re mayor
Reconozco que me gusta más la
resaca de las elecciones, el día después, que las recargadas campañas, el día
de reflexión y el de votación. Sería más adecuado que el día de reflexión (pasaría
a llamarse de pasión) fuese el día siguiente, el lunes (festivo, por supuesto)
y el sábado se declarase, como mucho, día de resaca de la vorágine mitinera. No
es lógico que a uno le den las mil escuchando los resultados, se vaya el lunes
a trabajar como si tal cosa y tenga que dejar para el sábado siguiente la
celebración de las porras electorales. Tampoco tiene ni pies ni cabeza legislar
para que la víspera de la votación se "suspenda" la campaña y la
gente reflexione durante todo un día.
¿Tan tontos somos que reflexionamos solo un día cada cuatro años, y por
decreto? Además, ¿hay dudas después de cuatro años de vivir, malvivir, revivir
y rebotar de un lado a otro? No. Aquí no reflexiona nadie. ¿Dónde se ha visto
que un día de reflexión se haga pedaleando, corriendo o regateando con el
esférico? Un día de reflexión, como Dios manda, que diría Rajoy Brey, se hace repantigándose
en el sofá, refocilándose con la cuadrilla en el refectorio, retozando en la
recámara o, si me apuras, rezando en un reclinatorio. No se puede reflexionar
haciendo flexiones. Se reflexiona o recapacita retirándose del ruido unos
segundos, no todo el día. Por otra parte, si fuese tan importante, ese sábado lo
declararían festivo como el de la Inmaculada o la Purísima.
¡Rediós!
Una de las primeras cosas que tienen que hacer los gobiernos de regeneración,
refundación, revitalización, reconstrucción, reconversión, reciclaje,
redemocratización, rehabilitación o releches es recambiar el reglamento
electoral.
Es
mejor reflexionar, recapacitar, reconsiderar, repensar los trescientos sesenta
y cinco días del año y pillar un festivo. Eso sí, habría que presentar el
justificante de votación.
Yo
seguiré erre que erre con el tema porque está demostrado que sí se puede.
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