Fondo de armario




Según los  dictadores y plumas de la moda, todo quisqui tiene que tener un fondo de armario con el que salir de un apuro con dignidad. Ropa discreta que vale para un roto o para un descosido de boda, entrevista de trabajo... Los expertos también dicen que el resto de ropa, la de diario, la que ves cuando abres el armario, puede ser ridículamente moderna ya que al fin y al cabo no te juegas nada cuando te la pones, salvo que seas el spiderman de Aranzadi.
Yo nunca pensé eso. Durante mucho tiempo entendí que el fondo de armario era la ropa que se desechaba porque daba coraje ponérsela. Lo más lógico habría sido deshacerme de ella, pero teniendo sitio no la iba a tirar. Las modas vuelven, al hijo o a los sobrinos les puede venir bien, para andar por casa...y porque, siendo sincero, me daba pena. Era  romper con prendas a las que había cogido cariño. Eran carne de mi carne y me resultaba menos doloroso dejarlas colgadas en un paréntesis. Tuve un pantalón, era muy chulo y me quedaba de cine, que durante el tiempo que estuvo en el extremo de la barra lo utilicé como calibre de mi evolución corporal. Terminé dándolo. No podía soportar aquel  calvario. Ahora ya no guardo tanto.  
Me ha venido al coco lo anterior porque este musical mandanguero de las elecciones viene a ser el festival fondo de armario por antonomasia. Estamos en el momento exacto en el que los partidos se dedican a tirar del fondo de armario, amén de asistir a estadios, procesiones, inauguraciones, programas de pedorreo político, mercadillos o conmemoraciones insólitas. Ya empiezan a dejarse ver con el traje social, los zapatos solidarios, el chubasquero ecologista, la corbata segura, la faja reafirmante, el tocado nacional y otras prendas que hace cuatro años apartaron de su vista y que ahora sacan para salir del apuro electoral. A más de uno y una la chaqueta le queda curriña, la sisa le tira, la falda le huele a naftalina, el zapato le aprieta o el abrigo le deja la tripa al aire. Más de dos se someten a cursillos intensivos de estilo para dar el pego y no el cante.
Si bien en el ámbito personal es entendible la intención de agradar, de presentarse con dignidad, en el mundillo de las elecciones toma otra dimensión. En la puja electoral se persigue, además de mejorar la propia imagen, joder al contrario hasta dejarlo con las vergüenzas al aire. Es como presentase a una cita vestido para ridiculizar a la otra persona. Queda bien aparentar ser el que lleva el collar antiterrorista más chulo, la cartera más generosa o la piñada más limpia de corrupción y sarro antidemocrático. Unos partidos que son capaces de sacrificar su integridad moral a cambio de un puñado de votos dan lecciones de moda al resto de partidos. Ponen las reglas del buen vestir electoral dejando de lado la ropa interior, la muda. No se habla de calzoncillos, bragas, camisetas, sujetadores y fajas porque se les caería la cara y el culo de vergüenza.
Cuando veo a Mariano, a Pablo, a Pedro, a Soraya y demás protas de partidos grandes o pequeños, me los imagino en paños menores de mercadillo después de la primera lavada. Las imágenes son impactantes. No me puedo tomar en serio nada de lo que dicen. Como tampoco me puedo tomar en serio a los alcaldes, alcaldesas y ediles de Iruña vestidos de gala. Ciñéndonos a las pintas y olvidándonos de costes y otras cosas que nos darían para mil escritos, el asunto está entre lo grotesco y lo circense. En una falta total de seriedad. El de ellas tiene un pase por su inspiración en atuendos artesanales con simbología muy local, pero el de ellos es de un universal peliculero que te remiten a desfiles con el tiralira tiralira tarilarila, tarilari... poporopo poporopo poropo... chimpón y la Pamplonesa de azul cielo. Tienen pintas de magos chungos que no saben qué hacer con la chistera. No saben si pasarla para pedir, si airearla para saludar o utilizarla de conejera. Los responsables de protocolo en el ayuntamiento de Iruña tienen mucho trabajo. Les recomiendo las películas de los hermanos Marx.
Más de uno y más de una, de aquí al veinte de diciembre, se quedará en cueros. Lo celebraré ya que me gustan los que no se disfrazan.

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