Bangkok nos atrapa
A las cuatro de la mañana nos levantamos y para las cinco y media ya estábamos en la cola de embarque. Al pasar por el control de pasaportes nos dicen que no tenemos el visado para entrar en Vietnam y que no podemos embarcar. Pedimos hacerlo en el aeropuerto, pero no puede ser; tenemos que hacerlo en la embajada de Vietnam. Con un recargo majo cambiamos los billetes para el día siguiente. Cogemos las mochilas y, tira, vuelta al hotel. El taxista, que cree que con nosotros lo tiene fácil porque acabamos de llegar, nos pide un pastón; nosotros, que llevamos una mala hostia en el cuerpo como para parar un tren, le ponemos firmes y le damos la misma cantidad que nos cobró el de la ida. Nos dijo de todo. Cuando nos plantamos en el hotel, la de la recepción se quedó de piedra. Después de desayunar en el mismo hotel nos largamos a la embajada de Vietnam. Por el camino fui dando cabezadas sin coscarme de los sitios por los que íbamos pasando. Si me dicen que en veinte minutos h...