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Mostrando entradas de 2021

Ver para creer

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  La lluvia, mucho más que el frío, nos impide salir a pasear y nos obliga a quedarnos en algún lugar dentro de la Meca. Esta gaita nos acota los motivos de debate porque no descubrimos juntos, sobre la marcha, hechos que nos permita preguntarnos lo que está pasando delante de nuestras narices. O bien hablamos de lo que ha leído en la prensa – la rutina de su vida tiene, según ella, poco que contar– o pasamos el rato charlando sobre cosas mías. La ventaja es que nos vemos las caras, ella en la silla de ruedas y yo enfrente, sentado en alguno de los muchos y variados asientos que hay por pasillos y salas. Los primeros son más entretenidos porque saluda a todo el mundo que pasa, que en estos días malos es una javierada.             Le comenté, nada más sacarla del salón de la planta, que en la entrada me habían pedido el justificante de vacunación. —¿Tan mal está la cosa? En el periódico pone que en Alemania están muy mal. Es...

A vista de silla

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            Salimos con la idea de dar un paseo sin rumbo, sin más. En el camino adoquinado que conduce a La Ciudadela se quejó de que las ruedas no iban bien. No le hice mucho caso porque en suelos no muy lisos el traqueteo suele dar la sensación de que la silla se va a descoyuntar. Al llegar al puente de madera nos tuvimos que parar porque unos turistas se arremolinaban, dentro del túnel, a la sombra, en torno a su guía. Aprovechando la coyuntura miré las ruedas y en verdad que estaban un poco bajas. La guía les hablaba en inglés y como yo no había salido de casa con el chip británico puesto, me limité a carraspear a la vez que empujaba la desinflada silla. Ríete del efecto de la vara de Moisés en la orilla del Mar Rojo. The waters opened en un instante. Ya pueden añadir al lenguaje internacional de las señales de tráfico el de señora en silla de ruedas. Cuando terminamos de cruzar aquellos muros laterales de pieles blancas, gorros diversos y paragua...

Los dos a la UPNA en la nueve.

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                                 Esperando la nueve paró en el semáforo un taxi que lucía en su puerta trasera un "Tanatorios Imperial" muy llamativo. Mi madre, balanceando la cabeza y  removiéndose en la silla, dice: "Menudo anuncio. Vaya mal gusto. Parece que hay competencia en esto de la muerte. Yo ya te he dicho lo que quiero. A ese tanatorio ni hablar". Riéndome le aclaro: "Si es imperial de la muerte caerá a lo grande. No tenía ni idea de que existiese ese tanatorio. Tú tranquila, ahí no irás".             Nada más bajarnos en la puerta de la UPNA nos fuimos al aparcamiento para tener una visión más amplia del edificio principal. Estuvo en silencio un buen rato, moviendo el sombrero de un lado a otro para ocultar el sol. — A pesar de tener una fachada tan grande y recta no es mazacote. Tiene mucha cristalera.   Esas ven...

Días sabáticos

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  San Lorenzo 1880 (autor desconocido) Con esto de que ahora el vicho tiene menos posibilidades de acertar disparando a un rebaño, a una manada apiñada o a una bandada de cernícalos; y comprobado   que esas batidas con miles de muertos ya no son lo que eran gracias a que el tándem   vacuna y mascarilla actúan como los monteros infiltrados que cargan la escopeta del virus monárquico con perdigones de cartón, las autoridades competentes han tocado el cuerno de boda y el emparejamiento católico vuelve a las andadas de A.C. (Antes de Covid). Abierta la veda de boda, mi madre y yo hemos tomado la actividad sabatina de ir de esponsales. Entiéndase que no entramos dentro de las iglesias y que consumimos y degustamos en el exterior, en la calle. No pasamos de la puerta porque, amén del respeto y decoro para con la liturgia, entrar con silla de ruedas en estos recintos medievales es imposible y porque la luz exterior es mucho mejor para apreciar las pieles y los plumajes de las ...

Pasarela

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  Como soplaba fresquillo y no nos daba tiempo para alejarnos mucho, decidimos ponernos al abrigo en el banco más largo de Pamplona, el de la plaza de los Fueros, cerca del túnel que da a la Vuelta del Castillo. Estamos a veinte grados, según el móvil. Las nubes tamizan la luz y eliminan   las sombras. La gente pasa en las dos direcciones por el sendero liso, evitando el empedrado.   ­– ¡Qué grande es caminar! A esa mujer se le ha olvidado algo. Hace un rato ha pasado y ahora va de vuelta, muy deprisa. Sabe andar con faldas. Los pantalones son horribles. Los vestidos se los ponen para las bodas y así van, sin gracia. Como el   pantalón permite mover las piernas en paralelo, cuando llevan faldas las mueven igual. Con faldas hay que poner una delante de la otra, como si caminases por una línea un poco ancha. Y de los tacones no digamos. Es difícil quedar bien no yendo segura de tu presencia. Cuando pasó la primera vez comentamos lo bien vestida que iba. A mi madr...

Monotonía de lluvia tras los cristales.

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  Saludo a una señora que va medio tumbada en una silla de ruedas eléctrica multifunción (he puesto "silla eléctrica",  y como me ha dado mal rollo le he añadido "ruedas"). Por el largo pasillo que delimita con el salón de usos múltiples se escucha a la monitora que en voz alta comienza un refrán y enmudece para que las residentes lo terminen. La mayoría son mujeres. —Dime con quién andas y... —Te diré quién eres —escucho claramente a mi madre. —Año de nieves... —¡A ver! Año de nieves... año de... bie... —Nes. De bienes —claman unas voces a destiempo. Una cuidadora me ve y entra en el diáfano salón llamando a mi madre. — ¡Floren! Tu hijo viene a buscarte. Mi madre, al verme, se pone contenta y la monitora le despide con una sonrisa. Le doy las gracias a la cuidadora por traérmela y empujo la silla con energía para coger velocidad. Tengo la impresión de que la he salvado de la clase. Por la forma en que se sujeta a los reposabrazos intuyo que tiene al...

Endatados

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  Salgo con mi madre a pasear, aunque ella dice que la saco a pasear. No le gusta mucho que le vean en silla de ruedas porque le encasillan. La gente le habla como si estuviese sorda, se agachan para saludarle cual a criatura en cochecito sin capota y comentan sobre lo guapa que está. Cuando se dirigen a mí bajan el tono de voz y hablan sobre asuntos no ajustados a protocolo. Esperando a que el semáforo dejase los números rojos, una pareja de señores de pelo blanco confronta datos. —Yo suelo estar entre trece ocho o doce siete. —Eso con pastilla, ¿no? —Sí, claro. —Yo no tomo nada y ando por un estilo. Me la miro todos los días antes de cenar. El aparatico me lo regaló la hija. —Pues yo tengo dos aparatos. El primero que me compré lo tengo en el pueblo. Ya al otro lado de la avenida y alejados de la pareja, mi madre me aclara que ella suele dar doce siete y que le toman la tensión todos los días. Al cabo de un buen rato suena mi reloj. En la pantalla leo que he con...

Bebercio de cercanías

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  La campaña del pequeño comercio, el comercio de cercanía y el consumo de productos kilómetro cero me pilla escéptico premium. Ya lo siento, pero  hace unos años rompí, ellos lo hicieron trizas, el contrato de permanencia con algunos de los comerciantes de mi barrio, de los barrios adjuntos y de los tradicionales de Pamplona. Amén de que a los talleres de barrio los fueran llevando allende las calles, que las tiendas de toda la vida pudieran tener precios XXL o dependientes independientes de  atenderte, la falta de fidelidad de la clientela se debe a que el sistema capitalista es el que es en cualquier circunstancia, incluso cuando las cosas les van mal a los comerciantes. Tenía claro que el del ultramarinos era él y su pela y yo era yo y mi pela.  Me daba igual si el pescatero era vecino o no, lo que hacía que comprase en su establecimiento era lo que me ofrecía y el precio. Mientras que para mi carnicero yo era un cliente, para los otros carniceros ...

Libertad enjaulada.

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  El consisterio anterior tuvo la genial idea de destruir el único espacio de juego libre que tenía el barrio San Jorge-Sanduzelai para construir un universo embaldosado, sembrado de mobiliario urbano impersonal y de caro mantenimiento, por la módica cantidad de 1,4 millones de nada, como sacados de sobaquillo. No consideró la posibilidad de arreglar y mejorar el patinódromo y su estupenda pista interior de futbito y baloncesto que daba juego a la chavalería y al barrio en tiempos de fiestas. El cabildo dejó claro que su idea de ciudad era inamovible en su propuesta y estática en su concepción. Y vista la fastuosa obra, próxima a inaugurar, el  concepto de espacio ciudadano está en pañales. Pasa del pañal de bebé en el parquecillo infantil, al de la tercera edad en los bancos al sol. La población en movimiento no pinta nada. La gente más viva, la que más juega en grupo, la que más espacio necesita para su formación, esa, dispondrá de una jaula metálica, más pequeña que una pis...

De Madrid hasta el gorro.

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  Guardar distancias, lavarse las manos y ponerse un barbijo son la Santa Trinidad, el teorema de Pitágoras de la salud, que los colonitas (seguidores de la doctrina de la plaza de Colón) se empeñan en trampear y pasárselo por el forro haciendo que los catetos se carguen la hipotenusa a base de hacer excepciones por días sagrados y fiestas de comprar. Los coloneros (colonitas que le sacan pasta a su fe) están enfangando todo hasta la náusea. El febrero del diecinueve se hicieron a la mar, con viento de poniente, en dos carabelas, la Pepa y la Vox, y una nao, la Ciudadana, amén de unas chalupas, tipo la Upeene, algún que otro flotador y ninguna patera. Lo malo es que nada más elevar anclas el mar se enmierdó, se hizo de noche y hasta hoy. Desde aquel infausto día anochecido padecemos tormentos en forma de lluvias, vientos, granizadas, marejadas y nevadas políticas con epicentro en Madrid. Los colonitas no paran. Como ultraliberales que son, cuando no tienen el poder político, el eco...