Teniendo claro que Irlanda es una isla no muy grande y dividida en dos, cosa muy normal en la vida política de las islas de los distintos mares, con dos monedas distintas, europea con agua salada de por medio, brexit en plena explosión y con muleta religiosonacionalista que a la menor es utilizada para repartir hostias o torear a los crédulos, nos fuimos a Eire a disfrutar de veintiún días a la irlandesa. Es decir, a verlas venir en un país que celebraba, nos enteramos a medida que íbamos viendo carteles por todos los sitios, su centenario. Y aquí es donde comenzó nuestro intento acientífico por entender lo irlandés, lo que caracteriza a la gente pálida, pecosa, rubia, pelirroja, grande, amable, solidaria, luchadora y bulliciosa que mayoritariamente puebla la isla desde que aquellos pueblos del norte se amontonaron en Hibernia, la de los Stark, hasta que con la hambruna de mediados del XIX tuvieron que salir cingando en busca de la tierra prometida americana y participar en la co...